¿Una persona puede acabar consumiendo cannabis en su vida según su ADN? Esta es la pregunta que se hizo un equipo de investigación de la UC San Diego y la compañía genética de 23andMe, y la respuesta ha sido increíble: han encontrado una conexión directa entre nuestro genoma y el consumo de cannabis.
El estudio. Tras analizar los datos genéticos de 130.000 personas, han conseguido identificar dos genes específicos como el CADM2 y el GRM3, que no solo están ligados a la probabilidad de probar la sustancia, sino también a la frecuencia de su consumo.
Pero la revelación más importante es cómo estos genes se correlacionan con más de 100 rasgos de salud mental y física, incluyendo la esquizofrenia, la impulsividad, la diabetes y el dolor crónico. El objetivo final: encontrar por fin una forma de prevenir y tratar el trastorno por uso de cannabis ‘atacando’ al propio ADN.
Genética de adicción. El cannabis es una de las sustancias más utilizadas en el mundo, pero sus efectos a largo plazo y los mecanismos biológicos que llevan el trastorno por empleo de cannabis siguen siendo grandes desconocidos de la ciencia.
La autora principal del estudio apunta en este caso a que «aunque la mayoría de las personas que prueban el cannabis no desarrollan un trastorno por uso de cannabis, algunos estudios estiman que casi el 30% lo hará». Y para poder hacer una estimación más correcta, se recurrió a la herramienta genética más potente que hay en la actualidad: un estudio de asociación de genoma completo GWAS.
El método. Utilizando datos genéticos y encuestas de 131.895 participantes de la compañía 23andMe, los investigadores buscaron patrones. Estos partían de la premisa que hay diferentes factores genéticos que influyen a las personas si una persona probará o no las drogas, la frecuencia con las que la usarán y el riesgo de volverse adictos. Pero ahora querían identificar concretamente los sistemas moleculares que estaban conectando el consumo de cannabis con la función cerebral y el comportamiento.
Dos genes. El análisis identificó dos genes significativamente asociados con el consumo de cannabis a lo largo de la vida. El primero de ellos es CADM2 que incluye en cómo las neuronas se conectan y comunican en el cerebro. Investigaciones anteriores ya apuntaban a una relación entre este gen y la impulsividad, la obesidad y la metástasis del cáncer. Este nuevo estudio confirma que también está vinculado tanto a probar cannabis alguna vez como a la frecuencia con la que se consume.
El segundo gen afectado es el GRM3 que influye en la comunicación neuronal y la adaptación del cerebro. Su implicación es notable, ya que previamente se había conectado con trastornos psiquiátricos graves como la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
Más allá del cannabis. Aquí es donde el estudio se vuelve más complejo. Los investigadores no se detuvieron en esos dos genes, puesto que un análisis secundario reveló otros 40 genes asociados al consumo de esta droga.
Pero lo más revelador fue cuando cruzaron estos hallazgos genéticos con dos enormes bases de datos de salud independientes (del programa All of Us de los NIH y del biobanco de Vanderbilt). En este caso se pudo descubrir que la predisposición genética al consumo de cannabis estaba correlacionada con más de 100 rasgos diferentes como son:
- Trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia.
- Rasgos cognitivos como tener una baja función ejecutiva.
- Tener diabetes o dolor crónico.
- Mayor probabilidad de consumir tabaco.
- Mayor riesgo de tener enfermedades infecciosas como el VIH.
¿Tratamiento? Este estudio es uno de los primeros en analizar genéticamente los comportamientos previos al desarrollo de un trastorno por uso de cannabis. De esta manera, antes de que se presente una adicción a este tipo de sustancias, se puede hacer una predicción genética de cómo va a poder afectar directamente el hecho de tener una genética concreta con el consumo de sustancias adictivas.
Actualmente, no existen terapias farmacológicas aprobadas por la FDA para tratar el trastorno por uso de cannabis. Aunque con estos descubrimientos se espera en un futuro tener tratamientos que puedan inhibir o atenuar este tipo de genes que reduzca los comportamientos que pueden derivar de tener esta predisposición genética.
Imágenes | Rick Proctor
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