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Los cielos de Castilla y León han dejado una imagen histórica, algo que no se veía desde hacía tiempo en nuestro país: una cría autóctona de pigargo sobrevolando el territorio. El ejemplar de esta ave rapaz nació en suelo español hace unos meses, a principios de mayo, y ya ha alzado el vuelo, según acaba de revelar El Confidencial. Hacía mucho que no ocurría algo así. Que una especie que se suponía extinta en la península Ibérica desde el siglo XIX logre recuperar terreno suele ser una noticia positiva, pero en el caso del pigargo llega empañada de algo más: polémica.
Hay quien cree que su reintroducción en España es un «hito histórico».
Y quien opina que es un error garrafal.
Antes de nada, ¿qué es el pigargo? Un ave rapaz que destaca por su enorme tamaño. Con las alas extendidas llega a alcanzar los 2,4 m de envergadura y suele medir entre 80 y 90 cm de largo. Su nombre figuraba en un listado publicado hace años por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) con especies extinguidas susceptibles de reintroducirse. Al fin y al cabo hay quien considera que el pigargo, que sigue habitando en países escandinavos, desapareció de la península entre los siglos XIX y XX por la degradación de su entorno.


¿Cómo ha vuelto a España? Gracias a Proyecto Pigargo, un plan lanzado en 2021 con el visto bueno del Principado de Asturias, el Gobierno cántabro y sobre todo el apoyo del MITECO, que invirtió más de 300.000 euros en la recuperación de la especie. En agosto de ese mismo año se anunció la llegada de casi una decena de ejemplares jóvenes nacidos en Noruega que se introdujeron en Pimiango, en el concejo de Ribadedeva (Asturias). Con el paso del tiempo se liberaron más aves hasta sumar 25. De ellas sobrevivieron unas 17, casi todos (12) emparejados.
¿Y han criado ya? Sí. La noticia la avanzaba el 18 de septiembre GREFA, el grupo que ha impulsado la reintroducción de la especie en la península. En un comunicado el colectivo explica que la cría nació en mayo en el norte de Castilla y León, en una zona que se había identificado como «óptima para la especie», aunque GREFA no ha precisado la ubicación exacta «para evitar cualquier perturbación».
«El nacimiento del primer pollo de pigargo europeo en España representa un momento histórico para la conservación de la naturaleza en nuestro país», celebra la asociación antes de destacar la colaboración de la Junta de Castilla y León y el «apoyo técnico» tanto del MITECO como de agentes de la comunidad autónoma.
¿Perfecto, no? Depende de a quién se le pregunte. Si escuchamos a GREFA se trata de «un hito histórico para la biodiversidad en España y Europa», el resultado de un plan bien estudiado, que acumula horas de trabajo y ha logrado el respaldo de la UICN, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
El colectivo insiste en que se trata de la primera cría tras «la extinción» de la especie en España y destaca «el éxito» que supone haber logrado un polluelo en unos años con 25 ejemplares liberados. «Un resultado emocionante y motivador que nos permite confiar en más reproducciones la próxima temporada», celebra.


¿No todos opinan así? No. La puesta en marcha del Proyecto Pigargo quizás generase expectación en su día, pero desde luego no logró algo igual o incluso más importante: consenso científico. Ya en 2021 hubo voces que alertaron de que soltar ejemplares en España suponía «una mala idea». De hecho, ese fue el mensaje clave de un artículo publicado en The Conversation por tres expertos de la Universidad de Oviedo en el que señalaban los puntos débiles del programa y cuestionaban que el pigargo sea realmente una especie autóctona y extinta. La polémica escaló hasta tal punto que el Gobierno central y las autonomías que inicialmente habían avalado el proyecto decidieron echarse atrás al cabo de solo dos años.
¿Qué argumentos usan? GREFA recuerda que las liberaciones de pigargos iniciadas hace cuatro años en Asturias contaron con el aval de la UICN y la especie se incluyó en la lista de fauna extinta elaborada con aval del comité de científicos que asesora al ministerio. No solo eso. El colectivo defiende que el nacimiento de la primera cría en libertad en Castilla y León hace unos meses prueba la adaptación al entorno de un ave rapaz que, argumenta, «contribuye a mantener controladas» otras especies que pueden dañar los ecosistemas, como la carpa.
«Gracias a sus hábitos carroñeros, el pigargo europeo cumple un importante papel de ‘policía sanitaria’, contribuyendo a controlar la propagación de enfermedades al eliminar eficazmente cadáveres animales del medio», señalan desde la entidad.
De hecho GREFA confía en que el nacimiento del primer polluelo marque un punto de inflexión en el programa y le permita recuperar el apoyo institucional que ha ido perdiendo estos años. «Esperamos que este hecho histórico anime a reforzar o retomar el apoyo al proyecto, especialmente en el caso del Principado de Asturias y el Gobierno de Cantabria, cuya colaboración inicial fue fundamental aunque posteriormente la retiraron», desliza Ernesto Álvarez, su presidente.
¿Y qué dicen los críticos? Van a la raíz del planteamiento y cuestionan su premisa más básica: que realmente esté demostrado que el pigargo es una especie oriunda de la península. «Para considerar una especie como extinta, las pruebas deben ser irrefutables. En el caso del pigargo eso no ocurre. La documentación que se ha usado par su catalogación como especie extinta se reduce a unos informes sobre restos arqueológicos, a varias citas de ejemplares solitarios y a dudosos indicios de cría», señala el artículo publicado en The Conversation.
Uno de ellos, Germán Orizaola, investigador Ramón y Cajal en Zoología, advertía en 2023 en declaraciones a El País del riesgo que la iniciativa puede suponer para otras aves. «Se está liberando aquí una especie que no tiene hueco en el ecosistema desde hace miles de años. Puede competir con el águila real o el quebrantahuesos por la comida y echarlos de las zonas de nidificación. Se ha hecho sin una base científica». Hay quien incluso ha exigido la retirada inmediata de los pigargos liberados en Asturias precisamente por «el riesgo» que representan las aves.
¿Es un caso único? Para nada. El pigargo europeo no es la única especie reintroducida que ha generado revuelo. Algo similar ha ocurrido con el bisonte europeo. Hace un año decenas de expertos de 25 universidades desaconsejaron su introducción en la península, y alertaban: «Es imposible que sustituya al bisonte representado en Altamira, conocido como bisonte de estepa, porque es una especie distinta, definitivamente extinguida, que vivió en un hábitat conocido como la estepa del mamut que tampoco existe en la actualidad». Un debate similar se reabrió hace poco también con otro protagonista: el caballo de Przewalski.
Imágenes | GREFA