Las buenas películas no suelen hacer explícito su mensaje. Muchas quizás ni siquiera tengan un mensaje. En vez de eso, prefieren mostrarte una historia, dejándote llegar a tus propias conclusiones. Fight Club es sin duda una excelente película. Con una temática apasionante y profunda. Por eso puede ser interpretada de muchísimas maneras.

Una de esas interpretaciones es responsable por inspirar múltiples movimientos por los derechos de los hombres (derecho a odiar a las mujeres :D) y sí, por el fenómeno Andrew Tate.

Todo gira alrededor de Tyler Durden, líder supremo responsable por crear el primer club de la pelea y luego un grupo terrorista. Por un lado, el director de la película, David Fincher, no comprende cómo es posible que muchísimas personas no vean al personaje de Brad Pitt como una mala influencia, sino como un salvador. Por otro lado, él fue el responsable por contratar a Brad Pitt para interpretar a un líder hipermasculino, carismático y apuesto. ¿Quién podría considerar eso atractivo?

Cómo Fight Club cambió el mundo

De un presupuesto de 63 millones de dólares, Fight Club hizo 100 millones en la taquilla mundial. Un monto bastante decepcionante considerando la escala de la película. Sin embargo, el Internet estaba pasando por la pubertad en 1999 y buscaba una nueva película favorita con la que obsesionarse. Fight Club se convirtió en el filme preferido de todos los «expertos» en seducción. Es decir, de los miembros de las comunidades masculinas digitales que trataban la seducción como si estuvieran inventando la bomba atómica.

Pero ese fue solo el principio. La influencia de la película estiraría sus tentáculos en dirección de todos los grupos de hombres resentidos que existen en el Internet (millones). Los incels, los red-pilled, la alt-right, todos se verían atrapados por el encanto de Tyler Durden. Hasta el punto de que varios de estos movimientos serían modelados para parecerse lo más posible al Proyecto Mayhem (menos el terrorismo). Los más extremos incluso se echaban lejía en la mano para copiar la marca de sufrimiento de Tyler.

Todos estos hombres, como sucede con el protagonista de Fight Club, ven un ídolo en Tyler. Representa todo lo que les gustaría ser: un alpha, un líder, un don Juan, un rebelde, un soldado y un tipo rudo. Otra vez, David Fincher se merece parte de la culpa. O al menos no tiene derecho a quejarse por como la gente ha interpretado su arte.

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