En El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim el trasfondo se plantea desde sus primeras escenas, haciendo que cinta animada de Kenji Kamiyama vaya, de inmediato, al grano. El reino de Rohan, bajo la protección de Helm Mano de Hierro (con la voz de Brian Cox), se encuentra en peligro a merced de una amenaza que podría llevar al pueblo a una derrota humillante y total. Todo mientras la nieve golpea las puertas y los hombres escuchan en el viento la llamada a una batalla que marcará un antes y un después.
La cinta, que regresa al mundo de J.R.R. Tolkien, podría considerarse un spin-off de la Trilogía del Anillo de Peter Jackson. De hecho, ambas comparten al personaje de Eowyn (con la voz de Miranda Otto), que regresa en labores de narración y es la encargada de brindar contexto, sustancia y detalles a la historia en pantalla. Pero el argumento — que se basa en los apéndices del Señor de los Anillos — está más interesado en un conflicto específico antes que en una nueva circunstancia que afecte a la Tierra Media. De hecho, esta es una historia sobre la mítica Rohan y a eso se remite el guion de Phoebe Gittins y Arty Papageorgiou.
Lo anterior, provoca que la trama, a pesar de sus aires épicos y su ambición por contar un enfrentamiento legendario, se quede corta al hacerlo. Eso, debido a que los eventos que narra, se limitan a un momento y a un grupo de personajes muy específicos. La trama, tiene poco tiempo para profundizar en los conflictos de sus protagonistas y mucho más, en lo que deben enfrentar a no tardar. Por lo que la cinta, a ratos, parece apresurada y, en el peor de los casos, un poco superficial al explicar los eventos que le interesan y que lleva a estatura de mito casi de inmediato.


La Guerra de los Rohirrim
El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim intenta expandir el universo de Tolkien en el cine, sin lograrlo. La historia, que relata una batalla histórica dentro del universo de la saga literaria, no alcanza, en ningún momento, el brillo o la solidez que intenta lograr. Eso debido, en su mayor parte, a un guion desordenado y un apartado visual plano. Lo que la convierte en una versión deslucida de una batalla épica.
Una historia épica pero irregular


Con todo, la primera hora de la película — la mejor y más sólida — muestra los detalles que llevarán a un choque de armas funesto. Por un lado, se encuentra Helm Mano de Martillo, un rey que, a pesar de su mal temperamento, intenta defender a su pueblo de una amenaza inevitable. La cinta, explora en su carácter y en las consecuencias que su comportamiento tendrá a futuro. Por lo que todo lo que rodea al monarca, tiene un aire de cierta fatalidad trágica. Algo que la cinta acentúa al dejar claro cuál será el futuro — y de qué forma lo afrontará — del hombre empeñado en defender al pueblo que ama de la manera que sea.


Al otro extremo, se encuentra Hèra (Gaia Wise), hija del monarca y que, en los libros, carece de nombre y es más una figura referencial. No obstante, para la adaptación, la princesa escudera de Rohan, toma un lugar central. Mucho más, cuando ella es la encarnación de los valores de la tierra de sus antepasados. La trama, no deja de recordar que las mujeres del reino, a menudo, deben luchar para hacerse de un lugar en batallas y enfrentamientos. Algo que hará que Hèra deba rebelarse, para enfrentar un mal mayor. Una decisión que le conducirá a volverse parte de una lucha que le costará todo lo que ama, pero que consolará su afán de justicia y paz.
Un relato que se aleja de la obra que adapta


Por supuesto, es inevitable que Hèra no recuerde a Eowyn y su épica actuación durante el Señor de los Anillos. Pero el personaje animado, es mucho más impetuoso y con menos matices que el interpretado por Miranda Otto. Se echa de menos, que esta mujer llena de valor, parezca ser, en sus momentos más desperados, apenas una excusa para llevar la trama de un lugar a otro. Y sobre todo, que carezca de la profundidad simbólica y mitológica, que Tolkien solía brindar a sus personajes. Al contraste, los mejores momentos de la dama de Rohan, son sus disertaciones sobre la necesidad de justicia. Sin embargo, el guion se empeña en que sea más un instrumento de poder que un personaje realmente complejo.
Por último, se encuentra Wulf (Luke Pasqualino), cabeza visible de los Dunlendinos, futuros aliados de Saruman. Violento, pérfido y brillante, se enfrentará a Helm por venganza. Y de hecho, todo el argumento, plantea la situación, como el choque inevitable de dos líderes dispuestos a morir para defender lo que consideran justo. Un punto de vista que aleja a la película, de los habituales enfrentamientos simbólicos de Tolkien. En lugar de eso, la cinta tiene más interés en detallar una guerra inevitable, que una colisión entre dos poderes antagónicos.


El matiz podría parecer poco importante, hasta que se recuerda, que buena parte de la obra de Tolkien, hace hincapié en el valor simbólico de cada suceso. Lo que hace que la película sea mucho más genérica de lo que debería y, en especial, una especie de obra menor que no brinda mayor profundidad al universo del cual proviene. Eso, a pesar de que El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim tiene escenas extraordinarias y que la animación, le brinda la oportunidad de ser más audaz al narrar visualmente.


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La animación como punto flojo


A pesar de sus buenas intenciones y un evidente esfuerzo por brindar un apartado visual interesante, El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim tiene poco que ofrecer al respecto. Se lamenta, que la cinta, tome pocos riesgos con respecto a la animación y la forma en que esta ayuda a contar la historia. Se trata de un elemento que, en ocasiones, es lo bastante deficiente como para entorpecer la narración y en especial, al momento de explorar en sus personajes.
De las escenas en medio de la batalla — en ocasiones desordenadas — hasta los escenarios interiores en Edoras. Lo cierto, es que hay una cierta limitación y planos muy restringidos, para una producción de la naturaleza épica de la cinta. Algo más que evidente en varias de las escenas más importantes, incluyendo la visita de Wulf al reino y lo que ocurre en el salón del trono, al enfrentar a Helm cara a cara.
Una historia sobre justicia y valor


La trama avanza con rapidez hacia el centro de su argumento. Pronto, Helm debe conducir a su gente a una antigua fortaleza, en la que deberán resistir el asedio de Wulf. La cinta tiene en cuenta, que El señor de los anillos: las dos torres, narró una historia muy semejante y establece algunos paralelismos visuales y de narración. Ambas batallas comparten no solo escenario, sino también, el tono urgente de la historia. Tanto en una como en otra, el enfrentamiento es a muerte. Pero en la película de Peter Jackson, semejante esfuerzo parece un enfrentamiento contra la oscuridad y el mal encarnado.
Al contrario, la batalla de Helm y Wulf, ambos humanos y adversarios en cierta forma parecidos, el esfuerzo parece ser solo por el triunfo, desde un punto de vista muy básico. Algo que no estaría mal, de ser la cinta parte de un universo menos amplio y completo. Pero la cinta falla, al mostrar esa amplitud. En particular, por no mostrar razones más profundas, duraderas e importantes para la batalla, que solo evitar la pérdida de un reino.


Para su final, con Hèra convertida en espíritu vivo de los Rohan, El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim alcanza sus mejores momentos. Con todo, sigue pareciendo limitada y pequeña. Lo que lleva a una conclusión, que si bien no desentona con el tono general de la obra de Tolkien, parece poco profunda y hasta torpe en comparación. El mayor problema de la película.