Si el fútbol es deporte de contrastes, el Caracas es el más puro ejemplo de esa creencia popular. Resultados en la Copa Suramericana, con una victoria como visitante y dos empates en el estadio Olímpico, dan fe de su bamboleo en las canchas suramericanas. Inició el torneo de la región con una victoria importantísima ante Deportes Iquique, en Chile, alcanzada luego de estar abajo. Regresó a juego, pero en la cancha de la capital del país para igualar, en una gesta de último momento, con el Cienciano. Vendría después el Atlético Mineiro, y el Caracas, especialista en pararse de la lona, retornó después de estar perdiendo para empatar ante una camiseta que, según sus pergaminos, se sabía superior. Así el equipo va transitando por los caminos suramericanos con pie firme, con carácter venezolanista, haciendo valer sus leyes de cuadro valiente…

Entonces, llega el capítulo del fútbol nacional. A tumbos, hoy bien, mañana desconocido, ha terminado fuera de la postemporada viendo las cosas desde un triste noveno lugar. ¿Qué le ha pasado al Caracas, qué extraño germen vive en su interior que le hace ser un equipo de dos dimensiones? El fútbol es deporte de misterios insondables, de enigmas indescifrables que lo hacen ser atractivo, y aquí está una evidencia: un Caracas imbatible en Suramérica, un Caracas abordable y sin respuestas apropiadas en suelo nacional. En el último partido, el de la sobrevivencia ante UCV, parecía despertar.

Necesitaba cinco goles para desplazar al Metropolitanos del octavo peldaño de la clasificación, y así parecía luego de dos anotaciones en el primer tiempo. Pero no, todo fue una promesa incumplida, un sueño fugaz que se disipó cuando el árbitro señaló el centro del terreno para decir que todo había terminado. Pero como no hay mal que por bien no venga, el equipo y su director técnico, Fernando “Colorao” Aristeguieta, tendrán frente a sí el campo abierto para enfrentar la Suramericana, y conseguir lo que mucho le ha costado al fútbol del país: clasificar a la segunda ronda de algún campeonato internacional. ¿Quién entiende al Caracas?…

“Los rojos del Ávila”, como alguna vez llamó al equipo un periodista del estado Falcón, sigue en la suya. Y no solo en la Suramericana, sino en la venta y préstamos de jugadores. Y hace bien. Lo hemos visto pelear los partidos con mayoría de jóvenes, muchachos que en algún momento, más temprano que tarde, podrían enrolarse en otra realidad. Es que si hacemos un inventario del devenir del fútbol venezolano, podremos ver que ha sido este el equipo más fructífero en sembrar y cosechar jugadores que han ido por el mundo enseñando su juego. ¿Quién será el próximo? Nos vemos por ahí.

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