Uno de los grandes first party de Xbox llega a PS5 sin hacer mucho ruido, pero demostrando que la estrategia de Microsoft con sus grandes juegos, hasta ahora exclusivos, es un enorme acierto. Indiana Jones y el gran círculo fue uno de los grandes lanzamientos de Xbox, y hubiera sido una pena que, gran parte del público, se perdiera el que es uno de los mejores juegos de aventuras de los últimos años, y sin duda, una de las mejores historias de Indiana Jones y una auténtica delicia para los fans.

Y decimos auténtica delicia porque Indiana Jones y el gran círculo se inspira más en la trilogía original que en las películas que han llegado después. Y porque, además, está lleno de guiños, easter eggs, y pequeños momentos que recuerdan irremediablemente a los mejores momentos de En Busca del Arca Perdida o la Última Cruzada. No por nada el juego arranca igual que la primera película, invitando al jugador a repetir, de forma jugable, la búsqueda del ídolo dorado de En Busca del Arca Perdida.

Tras eso, asienta las bases de una nueva historia que nos llevará por todo el globo, en varios escenarios que funcionan como mundos abiertos —a los que podremos volver— y ofrece una enorme libertad al jugador para explorar y hacer las tareas a su ritmo. Algunos de ellos, son especialmente increíbles, por cierto.

Un título de aventuras genial, una historia de Indiana Jones inolvidable

Aquí hay que hacer un inciso respecto a su estructura de sandbox semiabierto: el juego es de MachineGames, creadores de Wolftestein. Y se nota. El título rebosa el sello de Bethesda en todos los aspectos del gameplay: desde el combate, muy enfocado en el cuerpo a cuerpo, el sistema de exploración o sistema de misiones secundarias. También en el uso —y abuso— de la mecánica de sigilo, pero en su conjunto se siente como un juego que funciona por sí mismo, repitiendo las mecánicas suficientemente como para dar variedad a cada jugador a la hora de enfocar el desarrollo del juego.

El juego, aunque se cocina a fuego lento y no es tanto de acción-reacción, es sobresaliente. Lógicamente, esto ya lo sabíamos, puesto que se trató del primer gran “exclusivo” de Xbox del GamePass que, poco tiempo tras su estreno, también se anunció en PS5. No sabemos si, efectivamente, es una estrategia adecuada para las cuentas de Microsoft, pero sí lo es para el consumidor.

Desde luego que, un título que solo con los fans de Indy ya podría ser un vendeconsolas, llegue a la consola rival demuestra que Microsoft no tiene miedo a competir con grandes títulos y no solo con las barreras que, efectivamente, sí tiene Sony, pese a su poco a poco estrategia de apertura al PC, que no a la consola. Una cosa está clara: en la última semana de abril, mes en la que se lanzó Indiana Jones en PS5, los juegos más vendidos en la consola de Sony no eran, valga, la redundancia, de Sony, sino de Microsoft/Xbox.

Ante la sequía de PlayStation, Xbox al rescate

La estrategia de Microsoft, por tanto, de cara al consumidor es victoriosa: no solo genera ingresos con las compras en la tienda de Sony, también está, en esta generación, cambiando el concepto que venía arrastrando de la anterior de que no tiene grandes juegos. Los tiene, y a día de hoy, en mayor número que Sony exclusivos, que está experimentando una sequía sin precedentes en PS5 soliviantada por remasters y remakes de la generación anterior, pero poca apuesta nueva y fresca.

Indiana Jones y el Gran círculo no es solo uno de los mejores juegos de la generación actual en el género de aventuras, es también el mejor juego de Xbox disponible en la consola de Sony. Una delicia para fans y amantes de las aventuras que se cocinan a fuego lento, y una demostración que, efectivamente, la estrategia de Xbox es la mejor para el consumidor, para la industria y, sobre todo, para la competencia entre plataformas.

En una generación con escasez de propuestas frescas por parte de Sony, que siempre ha llevado la batuta, romper las barreas de las plataformas, es, quizás, lo único que bueno que recordemos de unos años caracterizados por la sequía de PlayStation y por subidas constantes de los precios.

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