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Cuando se visita un parque Disney, lo bonito es que todo sea magia e ilusión infantil. Claro que eso es de puertas para fuera, porque internamente hay una compañía asegurándose de que los visitantes tengan una buena experiencia y, sobre todo, que todo vaya como tiene que ir y no haya sorpresas desagradables dentro de los establecimientos.

Al final que es inevitable que las haya, y es aquí cuando los trabajadores (conocidos como castmembers dentro del argot de la compañía) tienen que hacer malabares entre mantener buena cara delante de los visitantes a la vez que actúan con presteza. Es aquí donde entra el sistema de códigos, que utilizan para comunicarse en voz alta sin perturbar demasiado a los visitantes.

La mayoría de estos códigos tienen que ver con pequeñas crisis que están ocurriendo en el parque y necesitan solución. El código 70 está hablando de que hay un niño perdido por el parque, y si estás en la cola de una atracción que tienes muchas ganas de montar, lo peor que puedes escuchar es el código 101, que significa que por una razón u otra va a cerrarse. El 102, por lo contrario, es que una atracción cerrada vuelve a abrirse.

El código V hace referencia a que hay un vómito en las inmediaciones, pero más escatológico es si un trabajador hace referencia al código H, que significa que hay desechos humanos (vamos, que alguien se ha cagado donde no debía) en el parque. En la mayoría de los casos esto se aplica también para pañales de bebé en los baños. Si alguien necesita asistencia médica urgente, el código alpha es una petición de ambulancia.

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Para los que atentan contra las normas también hay un protocolo establecido. Uno es la palabra «customer» («cliente»), palabra que por defecto la compañía no utiliza para referirse a los visitantes de sus parques, sino «guest» («invitados»). Sin embargo, si un trabajador menciona a un «cliente» en voz alta a su compañero, se refiere a un ladrón al que quizás están pillando in fraganti o que saben que ha robado algo de una tienda. Para aquel que la está liando a base de bien y probablemente está a punto de ser expulsado, se utiliza con mucha ironía el término «preciado invitado».

Probablemente el código más extraño de todos es el «polvo blanco», que no es ningún eufemismo de sustancias ilegales sino de algo igualmente ilegal y tétrico, como que alguien ha esparcido cenizas humanas por el parque. Y antes de que pienses que qué loco podría hacer algo así, hay toda una subcultura alrededor de hacer esto e incluso tutoriales para ello. Parece que para algunos es un detalle tan bonito como tirarlas al mar.

Imágenes: heipei, cristina dragos

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