Uno de los temas más comentados del fin de semana que acaba de terminar ha sido el debate entre dos terraplanistas y dos divulgadores científicos moderado por el youtuber Jordi Wild. De un lado de la mesa, Mr Tartaria y Rimbel, defendiendo la conspiración, y del otro Javier Santaolalla y Rocío Vidal, más conocida como La Gata de Schrödinger. Unos y otros dieron sus propios argumentos a favor o en contra del terraplanismo. El resultado no ha dejado indiferente a nadie, pero tampoco ha estado exento de polémica.

La polémica ha creado un segundo debate entre quienes creen que ha sido muy acertado enfrentar estas dos posiciones y quienes opinan que este tipo de situaciones solo crean una falsa equidistancia que puede llegar a ser peligrosa.

Este artículo no deja de ser una cuestión de opinión. Mi punto de vista sobre la utilidad de este debate entre terraplanistas y divulgadores. Eso no quiere decir que yo tenga la verdad absoluta. Simplemente voy a dar mis argumentos sobre la opinión que he desarrollado a lo largo de los años acerca de este tipo de debates.

¿Qué es un debate?

La RAE define un debate como la discusión de un tema con opiniones diferentes. Esto puede aplicarse, por ejemplo, a cuestiones políticas. ¿Se deben subir los impuestos a las rentas más altas? También se puede debatir sobre cine y televisión. ¿El final de Juego de Tronos es un desastre o una genialidad? Incluso de algo tan banal sobre la necesidad o no de añadir cebolla a la tortilla. Ese tipo de cuestiones dan cabida a la opinión, aunque cada cual puede considerar que la suya es claramente mejor que la del resto.

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No obstante, en cuestiones científicas, considero que se debe tener mucha cautela a la hora de hablar de opinión. En temas como el terraplanismo, lo que dice la ciencia no es una cuestión de opinión, sino de evidencia. Por eso, un debate en el que se enfrenten dos supuestas opiniones sobre el tema puede generar una sensación irreal de equidistancia que, si se extrapola a otros temas, sería peligrosa.

Del terraplanismo a las vacunas o el cambio climático

Uno de los dos divulgadores científicos que participó en el debate, Javier Santaolalla, ha explicado en su canal de Youtube por qué lo hizo. Ha señalado que en un principio no aceptó la propuesta, pero que después lo hizo al comprobar una tendencia en la divulgación científica que no le gusta.

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Se refiere al silenciamiento al que se someten ciertas opiniones que van en contra del consenso científico. Relata que para él la prevalencia de un pensamiento único sería la muerte del pensamiento crítico y que está en contra de que se haga bullying a ciertos sectores desde la comunidad científica. Además, cree que en cuestiones como el terraplanismo esto no es peligroso, pero que sí puede serlo en temas mucho más serios, como las vacunas o el cambio climático. Puesto que él es físico y cuenta con suficientes argumentos científicos para hablar sobre terraplanismo, pero no de esos otros temas, ha querido poner en valor la importancia del diálogo en un debate con terraplanistas.

Yo suscribo punto por punto buena parte de sus argumentos. Considero que jamás se debe hablar de ciencia ridiculizando a quienes van en contra de ella. No solo por una cuestión de derechos humanos. También porque eso resta credibilidad a quien divulga.

Por otro lado, considero que las opiniones diferentes enriquecen a la sociedad y que el pensamiento crítico es necesario. No obstante, como ya he dicho al principio, debemos tener claro qué es cuestión de opinión. Es cierto que este debate con terraplanistas podría extrapolarse a temas más serios y eso, a mi parecer, sería peligroso.

Ojo con la equidistancia

La equidistancia en debates científicos puede dar la falsa sensación de que vacunar o no vacunar a nuestros hijos es una cuestión de opinión. La historia nos ha enseñado que no es una cuestión de opinión, sino de vida o muerte. Por eso, no se deben enfrentar las dos opciones, dejando que quienes están en contra aporten sus argumentos como si fuesen igual de válidos. Sería mucho más seguro que quienes divulgan la ciencia expliquen por qué se equivocan, dando argumentos basados en la evidencia y sin insultar ni ridiculizar. 

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