Los restos humanos del pasado siempre son un misterio, pero, posiblemente, las momias son de los más enigmáticos. Sarcófagos, joyas, máscaras mortuorias y otros muchos complementos contribuyen a potenciar aún más el enigma. ¿Qué hay debajo? ¿Cómo era la persona que se decidió embalsamar de esa manera? Esta pregunta se la hizo un equipo de científicos de la Universidad John Moores, de Liverpool, con cuatro momias colombianas de las que apenas se sabe nada.
Sus rostros están cubiertos por máscaras mortuorias que en su día se adhirieron a la cara, de tal manera que retirarlas podría dañar el hueso. Para saber qué hay debajo, se puede usar una tomografía computarizada. De hecho, ya se había hecho en el pasado. Sin embargo, eso solo permitió mostrar los cráneos de las momias. Ahora bien, ¿cómo serían aquellas personas? ¿Qué aspecto tendrían los rostros debajo de las máscaras?
Para responder a esa pregunta, estos científicos, cuyos resultados se han presentado este verano en el 11º Congreso Mundial de Estudios de Momias en Perú, recurrieron a la Inteligencia Artificial (IA). Gracias a ella, han podido por fin poner cara a las personas detrás de las momias. Son solo aproximaciones, pero es mucho más de lo que se había logrado hasta ahora.
¿Por qué son tan especiales estas momias?
Estas 4 momias son muy interesantes para arqueólogos, antropólogos e historiadores, porque son los únicos ejemplos en Colombia de una práctica funeraria de la que sí hay muchos más registros en otras partes de la América del Sur precolombina.
En general, el uso de máscaras mortuorias no es algo raro. Se ha seguido usando a lo largo de los tiempos para mantener incorrupto el aspecto de los fallecidos. En este caso, el problema es que las máscaras estaban dañadas, como veremos más adelante, por lo que no se puede saber mucho sobre el rostros de las momias.


Pertenecen a un niño de entre 6 y 7 años, una mujer de unos 60 años y dos hombres jóvenes. Según la datación por radiocarbono, vivieron entre 1216 y 1797. Y ya está. Hasta ahora se sabía poco más sobre ellos. Sin embargo, gracias a la IA, hemos podido incluso ponerles cara.
El papel de la IA para poner cara a lo desconocido
Las máscaras mortuorias se construían directamente sobre el rostro de los cadáveres, de modo que lo cubrieran a la perfección. Se utilizaba resina, cerca, arcilla y maíz y el resultado, ya seco, se cubría con piedras preciosas. Las tumbas habían sido saqueadas en algún momento del pasado, por lo que apenas quedaban unas pocas cuentas ornamentales. Además, las máscaras estaban dañadas en algunos puntos, como la nariz. Sin embargo, los rostros de las momias seguían cubiertos.
La tomografía computarizada toma muchas radiografías mediante rayos X y utiliza las capas para reconstruir una imagen tridimensional. Por eso, gracias a esta técnica, sabemos cómo son los cráneos de cada una de las 4 momias. Faltaba saber cómo serían las caras de aquellas personas, por lo que los científicos de FaceLab, un laboratorio de la Universidad John Moores que aúna arte y ciencia, recurrieron a la IA.
Utilizando imágenes de individuos actuales de la zona de Colombia en la que debieron vivir estas personas, se han ido añadiendo músculos y piel a través de un lápiz háptico. Este último se define como “un dispositivo motorizado que aplica retroalimentación de fuerza en la mano del usuario, lo que le permite sentir objetos virtuales y producir sensaciones táctiles realistas a medida que el usuario manipula objetos 3D en pantalla”. Se emplean para hacer esculturas y prototipos médicos a través de modelos digitales. Y en este caso el patrón para dicho modelo digital lo establece la IA utilizando muchísimos datos sobre humanos actuales.
Las imágenes más certeras son las de los dos varones jóvenes, ya que existen bancos de datos de profundidad promedio del tejido facial de los colombianos adultos de hoy en día. No existe dicha información para niños y mujeres mayores, por lo que en los otros dos casos la IA simplemente buscó una apariencia actual, sin incidir en la profundidad. Después llegó el momento de añadir poros, arrugas y otras texturas a la piel. Para ello, se emplearon muchas fotografías de colombianos actuales, aportando una textura similar a la media. No se puede saber con seguridad si esa mujer estaba más o menos arrugada, pero si cumplía con la media de mujeres colombianas de su edad, esa sería más o menos su apariencia. Lo mismo para el resto.
Lógicamente, esta no es una fotografía exacta de las personas que hay detrás de estas momias. Pero es lo más parecido que se ha tenido jamás. La IA ha logrado quitar la máscara y dar una imagen aproximada de estas personas. Aunque no lo pueda parecer, es algo con un gran valor histórico.