Monstruo: La historia de Ed Gein, la tercera temporada de la serie antológica de Ryan Murphy para Netflix, comienza por detallar los homicidios del criminal. Por lo que va directo al grano: el campesino de Wisconsin (encarnado por Charlie Hunnam) es un hombre tenebroso e indudablemente peligroso. Pero esta no es solo su historia, o al menos, esa parece ser la intención del productor. Por lo que la trama deja claro de inmediato que este asesino serial, también fue obra de su brutal y perturbador entorno. 

De modo que a lo largo de ocho capítulos, indaga en la retorcida relación de Ed Gein con su madre Augusta Gein (Laurie Metcalf). También, con su interés amoroso y primera víctima Adeline Watkins (Suzanna Son), un punto controvertido que la serie indaga desde cierta fantasía romántica perversa. La producción incluso tiene tiempo para incluir una breve aparición de Alfred Hitchcock, interpretado en la ficción por Tom Hollander. Como se recordará, el cineasta dirigió Psicosis, cuya historia está basada en cierta forma en la de Ed Gein. Algo que la serie recuerda oportunamente.

Lo cierto es que Monstruo: La historia de Ed Gein explora en su relato sin dejar a un lado el sentido de lo teatral y depravado que se ha convertido en sello de Ryan Murphy. Pero al contrario de las otras dos entregas de la producción — que indagó en los casos de Jeffrey Dahmer y de los Menendez — los nuevos episodios son más minuciosos con la historia real. Aun así, no es el único punto de interés, por lo que merece la pena disfrutar del estreno. Para demostrarlo, te dejamos tres razones para ver la nueva entrega de la antología Monstruo de Netflix. De una reflexión sobre el origen de la violencia, a una mirada complicada acerca de un personaje controvertido. Todo para los interesados en el género siniestro de los asesinos en serie. 

Una historia familiar perversa

Como era de esperarse, las constantes insinuaciones sobre un posible incesto entre Ed Gein y su madre, no pasaron desapercibidas para el guion de la serie. Por lo que el relato dedica tiempo, interés y esfuerzo en desentrañar lo que ocurría entre Ed y Augusta. Pero en lugar de solo mostrar detalles escandalosos, la serie intenta mostrar la dimensión del control — mental y físico — que Augusta ejercía sobre su hijo. Y que, al cabo, fue lo que desencadenó su violenta y monstruosa relación con las mujeres.

A pesar de que Ryan Murphy no renuncia al melodrama del todo — inevitable —, la serie si tiene muy claro que Ed Gein no tiene posibilidades de redención. De modo que intenta mostrar su lado humano — como ocurrió con el Dahmer de Evan Peters —, si no que directamente, explora en su oscuridad. Un giro intrigante que, además, brinda la oportunidad a Charlie Hunnam de hacer una disección cuidadosa en la psicología de su personaje. 

De hecho, el Ed Gein que muestra la producción de Netflix, es un monstruo que nace al amparo de sus traumas, la violencia doméstica y el abuso. También, de su complicada visión sobre la culpa, el remordimiento y el deseo. Pero ni antes o después, la serie justifica, explica o atenúa el horror de sus crímenes. En lugar de eso, permite al personaje mostrar qué se esconde bajo el rostro apacible de hombre de campo que impactó en 1950 a Norteamérica al descubrirse sus crímenes. 

Una puesta en escena precisa y bien pensada

Monstruo: La historia de Ed Gein relata paso a paso los horrorosos crímenes del asesino, pero también brinda contexto acerca de las víctimas. Y aunque algunas decisiones son cuestionables de plano — como insinuar relaciones románticas con el asesino o justificar a medias la ira de Gein — la serie tiene especial cuidado en mostrar a las mujeres que asesinó. De hecho, Ryan Murphy parece haber aprendido algo sobre el escándalo de la temporada pasada y muestra los crímenes sin disimular su horror.

Mucho menos, suavizar el impacto que los homicidios tuvieron en la vida del pueblo o de las familias de las víctimas. La serie usa de manera eficaz la sensación que Ed Gein es un monstruo que destruye y contamina todo a su paso. Por lo que cada uno de los asesinatos que comete no solo refuerzan esa idea. Además, la explora para mostrar hasta dónde es capaz de llegar la maldad humana. 

El resultado es una serie que, sin querer ser una crónica detallada de los sucesos, sí los relata. Eso, poniendo énfasis en la crueldad del asesino y el sufrimiento de las víctimas. También, logrando que, en esta ocasión, la historia sea clara desde el comienzo que el criminal en cuya vida se basa la historia, pertenece a un lugar oscuro y depravado de la cultura estadounidense. 

Una mirada directa a una figura retorcida

Cuando se anunció que Charlie Hunnam sería el responsable de encarnar a Ed Gein, hubo críticas por el nuevo intento de Ryan Murphy de sexualizar a un asesino. Eso luego de las quejas por la forma en que abordó la historia de Jeffrey Dahmer en la primera temporada de la antología y la de los Menendez en la segunda. En particular, esta última, cuando la serie insinuó, de manera directa, una relación incestuosa entre los hermanos. Lo que desató controversia y una comprensible ola de críticas. 

Todo empeoró cuando Monstruo: La historia de Ed Gein mostró sus primeros materiales promocionales. En todos los carteles, Hunnam, ya caracterizado como el infame personaje, mostraba músculos y uno directamente una motosierra. Todo en medio de un ambiente dramático y sin duda erótico que levantó revuelo y malestar.

Pero en realidad la serie se toma con pinzas cualquier insinuación de hacer atractivo a Ed Gein o mostrar un lado erótico de sus crímenes. En lugar de eso, el actor tiene la oportunidad de indagar en el lado más complejo de un hombre que se alimentó del resentimiento y la violencia por años. Una labor ejemplar que brinda a la serie varios de sus mejores momentos. 


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