Robert Metcalfe, recién llegado al legendario Xerox PARC, tenía un problema muy serio que resolver: conectar los ordenadores de Xerox a una impresora láser. Y para resolverlo, empezó por algo sencillo: una servilleta.

Fue en una en la que acabó dibujando un tosco boceto de lo que entonces llamó «The Ether», en la que se mostraba cómo conectar varios terminales PDP-11 como los que se usaban en aquel centro de investigación, y que se comunicaran entre ellos.

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Otro de los bocetos que Metcalfe realizó, de nuevo con ese término destacado con una admiración final «Ether!» se incluyó en un memorando del 22 de mayo de 1973. Metcalfe lo envió inspirándose en ALOHAnet, una red de intercambio de paquetes que se había desarrollado en la Universidad de Hawaii.

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Fuente: DigiBarn Computer Museum.

Aquellos bocetos acabarían formando parte del desarrollo de la tecnología Ethernet que debutó hace más de medio siglo y que desde entonces ha sido crucial a la hora de conectar equipos a redes de datos.

Los bocetos de Metcalfe se han convertido en el perfecto ejemplo de una curiosa relación de amor entre Silicon Valley y las servilletas o, como poco, los blocs de notas.

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En 1981 Josepth R. «Rod» Canion también garabateó su propia idea en un restaurante llamado House Pies en Houston. Fue allí donde bosquejó su concepto de un clónico compatible del PC de IBM que acabaría siendo el origen de la empresa Compaq. Con los años aquella compañía se convertiría en el proveedor de PCs más importante del mundo, pero tras algunos tropiezos, Compaq acabó siendo comprada por HP en 2002.

En octubre de 2008 David Lieb tuvo una idea que acabaría transformándose en la aplicación móvil Bump. Con ella bastaba que «chocases» tu móvil con otro para poder transferir ficheros entre ambos. El nombre que planteó originalmente en la servilleta, Shake Exchange, no pasó de aquel boceto. En la servilleta se añadía el concepto en el que se basaba la tecnología: comparar la ubicación de los dispositivos y sus datos de acelerómetro. Google acabaría comprándola… para cerrarla inmediatamente (e inexplicablemente).

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Como explican en Network World, hubo otros proyectos empresariales, no siempre tecnológicos, que también tuvieron su origen en una humilde servilleta. Lo hizo por ejemplo la aerolínea Southwest Airlines, que nació como un triángulo en una servilleta,

Southwest
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La idea original de Twitter también acabó siendo plasmada en un bloc de notas. Jack Dorsey de hecho publicó una imagen con aquel concepto, que ni siquiera se llamaba así. El nombre inicial fue Stat.us, y tenía como objetivo mostrar simplemente el estado de alguien en cada momento.

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En Facebook también aprovecharon esta singular herramienta en una ocasión. Lo hicieron para poner en marcha su Open Compute Project, que tenía como objetivo crear un centro de datos súpereficiente en Prineville, Oregon. Jay Park, uno de los ingenieros de la empresa, se encargó de crear el diseño eléctrico en una servilleta.

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Ha habido otras ideas sigulares que se plasmaron primero en una servilleta. Paul Lauterbur, cocreador de la imagen por resonancia magnética (MRI), tuvo la idea en un bar de Pittsburgh y la plasmó en una servilleta: acabaría ganando el premio Nobel por ello.

Y la idea del avión experimental Voyager que dio la vuelta al mundo sin repostar, también nació en una servilleta. J.K. Rowling esbozó sus ideas iniciales de Harry Potter en una servilleta tras retrasarse su tren de Manchester a Londres en 1990.

El mundo del cine también tiene historias sobre servilletas, por cierto. Aaron Sorkin escribió el guión de ‘Algunos hombres buenos‘ en servilletas de cocktail detrás de la barra de bar en la que estaba trabajando.

Y en Pixar pasó algo parecido: tras terminar la producción de Toy Story en 1994, cuatro de los directivos de la compañía se reunieron para comer. En aquella comida acabaron usando servilletas para plantear las cuatro siguientes películas de la productora: ‘Bichos’, ‘Monstruos S.A.’, ‘Buscando a Nemo’ y ‘WALL-E’. La historia de aquellas servilletas de hecho fue incluida en el teaser de ‘WALL-E’.

En Xataka | La historia del primer ratón comercial: un fascinante viaje al prestigioso laboratorio Xerox PARC

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