Más allá de su música, que en estos casos siempre pasa a un segundo plano, está claro que cuando hablamos de la capacidad de Rosalía para vender lo suyo, tratamos con una artista que va un paso por delante de sus compatriotas. De hecho, en cierto sentido Rosalía juega en una liga de teasers, anticipos y manejo de las expectativas que la coloca más junto a Taylor Swift o BTS que junto a La Oreja de Van Gogh.
Qué pasó. Rosalía paralizó anoche el centro de Madrid con una presentación tan breve como caótica de su nuevo álbum ‘Lux’, convertida en un inesperado acto de performance urbana: a las 20:45, Rosalía inició un directo en TikTok en el que anunció que algo sucedería a las 22:00 en la plaza de Callao. Miles de fans acudieron en cuestión de minutos, atraídos por la promesa de una actuación. La artista, que conducía personalmente un coche blanco por Madrid mientras se grababa en directo, apareció fugazmente corriendo por Gran Vía antes de refugiarse en el Hotel Capitol.
Hágase la Lux. Poco después, todas las pantallas de Callao y los teatros de la zona se fundieron a negro para mostrar finalmente la portada de ‘Lux’: Rosalía vestida de blanco, con una suerte de camisa de fuerza y velo, labios dorados y un fondo azul con el título del disco en el centro, y con reminiscencias visuales (la postura de cierta serenidad, el tocado, el título del disco) que recuerdan claramente a una monja. El álbum se lanzará oficialmente el 7 de noviembre, es el cuarto de estudio de la artista tras ‘Motomami’ y llega precedido de algunas pistas visuales en los últimos días, como la presencia de la artista en Times Square o la enigmática presentación hace unos días de una partitura.
¿Tenia autorización? Esa es la cuestión que acaba de levantarse en torno a la presentación: el Ayuntamiento de Madrid está investigando si Rosalía tenía los permisos necesarios, ya que colapsó el área por la afluencia masiva de seguidores. Según han declarado la vicealcaldesa Inma Sanz y del delegado de Movilidad Borja Carabante, no consta que se haya solicitado permiso alguno para este evento en la vía pública. En caso de confirmarse que no hubo autorización explícita, el Ayuntamiento abriría un expediente disciplinario que podría implicar sanciones, aunque se considera que no será una infracción muy grave dado que no hubo escenario ni emisión de ruidos.
No Kings, pero sí una reina. El lanzamiento del nuevo disco de Rosalía, Lux, comenzó con una gran acción promocional en Times Square, en Nueva York, el pasado 19 de octubre de 2025, donde su imagen y el título del álbum ocuparon las icónicas pantallas luminosas del lugar. Allí se mostraron por primera vez las imágenes que hemos acabado viendo en Callao en la caótica (pero estudiadísima) presentación de ayer.
Lo de las partituras. Más enigmática fue la publicación en su newsletter de unas partituras aparentemente tituladas ‘Berghain’ (que sugerían un giro musical hacia arreglos de cuerda, aparentemente opuestos al espíritu electrónico del club berlinés con comparte nombre con las partituras). Miles de fans comenzaron a interpretar la partitura con distintos instrumentos y a subir sus versiones a TikTok y X, convirtiendo el enigma en una experiencia colectiva de creación musical. Este fenómeno recuerda a la forma en que, antes del lanzamiento de ‘Despechá’, Rosalía ya mostró por primera vez su habilidad para jugar con las expectativas y no seguir las normas hasta ahora inamovibles del marketing, todo a base de filtraciones y comunicación directa y aparentemente improvisada con los fans.
Nuevas narrativas. Rosalía es un buen ejemplo de una nueva forma de promocionar los discos, que han dejado de ser trabajos musicales aislados para convertirse en una llamada de atención constante. Taylor Swift es el ejemplo máximo: desde meses antes del lanzamiento de su ‘The Life of a Showgirl’ hemos tenido promoción en redes sociales, anuncio de boda y un documental de éxito. Rosalía ya está dando entrevistas en las que habla de un giro personal en los últimos años que se plasmará, por supuesto, en el nuevo álbum. Lo personal y lo profesional se difuminan, con pistas además de que el disco podría tener un contenido religioso, anticipando una transformación íntima y profunda. Y muy rentable.