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Guillermo del Toro es un cineasta de estilo inconfundible, por mucho que sea fácil identificar sus referencias, y todas sus películas están impregnadas por él. Aun así, su filmografía es fácilmente divisible en categorías, como pueden ser las más autorales y las más blockbuster, y también hasta espiritualmente. Hay películas donde claramente su amor por la fantasía le lleva hacia crear fábulas fabulosamente decoradas (aunque simplonas) y otras donde puede desarrollar una pasión por lo pulp donde sale hay espacio para lo macarra y ocasionalmente la mala baba.

El anuncio de una película como ‘Frankenstein’ era casi una profecía autocumplida. El autor que siempre se enamoró de las criaturas que todos llamaban monstruos y consideraba monstruosos a muchos humanos iba hacia su destino inevitable, el relato de Mary Shelley que recibe su enésima adaptación. Que el mexicano fuese a tener un enfoque para el mismo era de cajón, la cuestión era qué parte de su cine iba a despertar para ello.

El monstruo revive

Siendo una producción grande para Netflix, que hace ahora su correspondiente paso por cines para optar a nominaciones de premios, se podía prever su versión más sensiblona y con tendencia a lo prestigioso, descansando del cinismo noir que exhibió en ‘El callejón de las almas perdidas’. No obstante, parte de ese último Del Toro es el que ensambla las piezas de esta monstruosa producción que también recupera ese morboso toque gótico de ‘La cumbre escarlata’, otra de sus cintas infravaloradas.

El relato sigue todas las claves del relato de Shelley con bastante fidelidad, y con las que somos bastante familiares gracias al original y las múltiples adaptaciones, así como su imborrable huella en la cultura pop. Obsesionado con sobreponerse a las limitaciones de la muerte, el doctor Victor von Frankestein experimenta con la resurrección de la carne y los órganos difuntos, creando en el proceso una imponente criatura con el potencial de convertirse en un monstruo imparable.

No es que se trate de una película especialmente beata, pero sí está marcada por una serie de referencias religiosas que inciden en el complejo de Dios existente en el creador de la criatura. Al menos, lo hace en la primera de las dos mitades en las que decide dividir la historia, creando una doble perspectiva sobre la que tratar la naturaleza de esta creación y estudiar el carácter del que le da forma.

‘Frakenstein’ y la dualidad de lo monstruoso

Frankenstein 2025 Oscar Isaac
Frankenstein 2025 Oscar Isaac

La primera, centrada en el Frankenstein al que interpreta Oscar Isaac, es la que presenta más nervio y más garra al retozar en los aspectos del “mad doctor” sin renunciar a una imponente personalidad visual. Del Toro explora desde aquí las motivaciones oscuras e impulsos cuestionables de un hombre de ciencia y cierta artesanía que acaba necesitando de mecenas interesados para llevar a cabo su grandilocuente visión, lo cuál tiene detalles interesantes que leer al tener en cuenta que el mexicano sólo ha podido realizar esta mastodóntica producción a través de Netflix.

Hay ambivalencias interesantes en esta parte de la historia que se pierden un poco cuando pasa a tomar el punto de vista de la criatura, que cobra vida imponentemente gracias a un fabuloso Jacob Elordi. La saña volcada contra los peores instintos de la humanidad, representados en diferentes formas, se diluye para hacer un romántico canto a la vida que tiene su punto emocional gracias al actor que sobresale a las múltiples prótesis, pero no puede evitar caer en una simpleza menos excitante.

No es que ‘Frankenstein’ logre intentar ser una concepción elevada y compleja de la historia de Shelley, pero sí que consigue entre tropiezos (narrativos, aunque también en forma de sobredosis digital) ser una revisión entretenida y hasta estimulante. Sus tramos finales vuelven a despertar vigor y hasta ideas relevantes para el momento, y que expanden la concepción de la fantasía que suele desplegar Del Toro. Su magnificencia técnica volverá a captar la atención de premios y, si bien es cuestionable si es una de las diez mejores películas del año, no sería mala representante para Netflix de cara a los Oscars.

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