La intermitencia no siempre es sinónimo de inconsistencia. A veces las condiciones simplemente no están dadas para alcanzar esa estabilidad con la que soñamos todos. Un ejemplo de ello en el béisbol venezolano es Yonathan Perlaza, el joven jardinero de las Águilas del Zulia que está disputando su tercera campaña en el circuito, pero cuyo debut realmente se remonta al año 2021, cuando tenía 22 años. Su lucha por mantenerse en las granjas del béisbol organizado lo llevaron hasta otro continente y le ha impedido tener esa añorada consistencia en casa. Pero, ahora mismo, parece que todo está servido para que tome un rol protagónico.
Su nombre copó la escena esta semana cuando lideró una aplastante victoria de Águilas 15-7 sobre Tiburones en el Estadio Universitario. El guardabosques se fue de 5-3 con par de jonrones, uno de ellos un Grand Slam, y terminó con ocho carreras impulsadas, algo que -según el historiador Tony Flores- solo han hecho otros seis peloteros en 80 años de historia, José Rondón (Leones, 2020), Luis Villegas (Tiburones, 2019), Alex González (Leones, 2014), Jesús Guzmán (Leones, 2008), Jason Lane (Leones, 2008) y Marvin Williams (Sabios, 1946).
Estos batazos fueron particularmente especiales porque son los primeros que consigue en el circuito local. En sus dos participaciones anteriores, en las que sumó 44 compromisos, no pudo mostrar esa habilidad, aunque en su año de debut facturó un buen promedio de .288. Pero, no podemos decir que es una sorpresa. Él tiene varios años exhibiendo ese poder en ligas menores. Entre 2021 y 2023 (jugando Clase A avanzada, Doble A y Triple A) despachó un total de 61 estacazos.
En 2024 decide probar suerte en Corea del Sur y se uniforma con el Hanwha Eagles. Y ahí también dejó en evidencia su fuerza. En 122 compromisos despachó 24 jonrones, empujó además 70 carreras y facturó un promedio al bate de .275. Decidió no unirse a las Águilas en la temporada invernal para recuperarse físicamente e intentar conseguir una nueva oportunidad en el béisbol de Estados Unidos. Y, en efecto, lo consiguió. Este año jugó 138 compromisos en la filial AAA de los Padres de San Diego, donde conectó 166 inatrapables, incluidos 19 batazos de vuelta completa, y empujó 113 carreras. Todo esto para un buen promedio de .307 y un sólido OPS de 901. Como resultado se distinguió como Jugador del Año.
Con esas credenciales volvió a casa. Y por eso quienes verdaderamente lo conocen no se sorprendieron con su brillante actuación en Caracas, sino que reforzaron lo que él ya prometía en la temporada baja, vino a hacer historia con las Águilas.