Las cosquillas son un claro ejemplo de sentimientos encontrados. Cuando nos las hacen no podemos parar de reír, pero, a la vez, estamos deseando que dejen de hacérnoslas. En el fondo son molestas. Pero entonces, ¿por qué nos reímos?

De hecho, esa pregunta no es el único misterio que envuelve a las cosquillas. También resulta curioso que no podamos provocárnoslas a nosotros mismos. O incluso que la mayoría de personas se rían más cuando las reciben en el lado derecho. 

Todo esto parece tener una explicación evolutiva. No es seguro, pero hay ciertas hipótesis sobre ello. De cualquier modo, antes de llegar a ese punto, vamos a ver cuáles son las zonas del cerebro que intervienen en ellas. Conocerlas resulta muy revelador con respecto a la explicación evolutiva de su aparición. 

Las cosquillas no son divertidas

En 2013, un equipo de científicos de la Universidad de Tübingen, en Alemania, realizó un estudio en el que se comparaban los efectos de escuchar un chiste o recibir cosquillas. Dado que ambas cosas nos producen risa, habría sido esperable que se activasen las mismas áreas cerebrales. No obstante, lo que encontraron fue mucho más sorprendente.

En el experimento participaron 30 personas, a las que se analizó su actividad cerebral mediante resonancia magnética durante las dos acciones mencionadas: chiste o cosquillas. 

Tanto en un caso como en el otro se activó un área conocida como opérculo de Roland. Esta es una región que controla los movimientos vocales y faciales asociados a las emociones. Es el caso de la risa, por supuesto. ¿Pero qué emociones generaban esa risa?

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