La industria de las piedras preciosas es bastante dañina para el medioambiente. Si se extraen de las minas naturales, su sobreexplotación puede erosionar el suelo e impulsar la deforestación. Esto se soluciona con la síntesis artificial. Sin embargo, también va asociada a dos problemas. Por un lado, que el resultado es menos único. Se ve que la naturaleza no ha estado detrás de su formación. Y, por otro lado, el procedimiento requiere un consumo de energía inmenso. Consciente de todo esto, la joyera y científica Sofie Boons ha pasado varios años perfeccionando un método para cultivar rubíes. No se trata de extraerlos de las minas ni de sintetizarlos desde cero, sino de cultivarlos a partir de una semilla, utilizando un metal como sustrato.

Esa semilla se compone de fragmentos de otros rubíes provenientes de la industria que se fuesen a desechar. De momento se ha hecho solo con esta, pero el proceso podría replicarse con otras piedras preciosas.

En solo unos días, esta científica ha conseguido un rubí completo, con la apariencia de uno salido de cualquier mina. Según ha explicado en un comunicado, al cultivar más rubíes se obtendrían resultados diferentes, pues la semilla a base de desechos sería distinta. Del mismo modo que al cultivar zanahorias no son todas iguales, al cultivar rubíes tampoco.

Las ventajas de cultivar rubíes

Al hablar de cultivar rubíes a partir de semillas podríamos pensar en campos de cultivo, pero nada más lejos de la realidad. Este procedimiento se lleva a cabo sobre un metal. No es necesario tener grandes campos de cultivo, pero tampoco grandes almacenes o fábricas. Los orfebres pueden hacerlo directamente en sus talleres.

Solo se necesita una base de metal y eso en sí ya es muy interesante, ya que, por ejemplo, se podría cultivar rubíes directamente en las joyas a las que van a ir unidos. Sofie Boons lo ha hecho sobre un anillo de platino.

¿De dónde procede la semilla?

La semilla se compone de restos de piedras preciosas, en este caso rubíes, desechados de la industria. Estos restos son mucho más abundantes de lo que creemos. Por ejemplo, los rubíes y los zafiros se utilizan habitualmente en la fabricación de relojes de alta gama. Este es un proceso en el que se producen muchos residuos, que podrían ser realmente útiles para cultivar rubíes.

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