La costa oeste de Estados Unidos fue impactada en la madrugada de este miércoles por olas de tsunami provocadas por un terremoto de magnitud 8.8 ocurrido frente a la península de Kamchatka, en Rusia.

Aunque las olas no alcanzaron alturas destructivas, autoridades mantienen la alerta por posibles corrientes peligrosas y nuevos oleajes a lo largo del litoral, reportó CNN.

En California, los efectos fueron más evidentes. La boya de Arena Cove, en el norte del estado, registró una ola de 0,49 metros, mientras que en Crescent City, una zona históricamente vulnerable a tsunamis, la altura fue de 0,46 metros.

En Monterey, se observaron olas de 0,43 metros. Aunque estas cifras pueden parecer moderadas, los expertos advierten que la peligrosidad no está solo en la altura, sino en la fuerza de las corrientes que suelen acompañarlas, capaces de arrastrar a personas, embarcaciones pequeñas y objetos costeros.

El Servicio Meteorológico Nacional activó una alerta de tsunami para el norte de California, específicamente desde Cabo Mendocino hasta la frontera con Oregón. Para el resto del estado, así como para Oregón y Washington, rige un aviso de tsunami, que implica riesgo de fuertes corrientes, oleaje impredecible y la posibilidad de que se registren más olas en las siguientes horas.

Las primeras olas llegaron poco antes de la 1:00 a.m. a puntos como Crescent City y zonas de la Bahía de San Francisco.

Las autoridades instaron a la población a mantenerse alejada de playas, puertos, embarcaderos y desembocaduras de ríos. Aunque no se ha ordenado una evacuación general, los organismos de emergencia recalcan que es fundamental evitar la costa hasta que se levanten todas las advertencias. Las olas generadas por un tsunami pueden persistir durante más de 24 horas y variar en intensidad sin previo aviso.

Este evento recuerda la vulnerabilidad del litoral pacífico estadounidense ante fenómenos sísmicos ocurridos a miles de kilómetros. Crescent City, por ejemplo, ha sido golpeada varias veces por tsunamis, incluyendo uno devastador tras el terremoto de Alaska en 1964. Su ubicación geográfica y la forma de su bahía concentran la energía de las olas, lo que la convierte en una de las zonas más vigiladas ante este tipo de amenazas.

La situación se produjo en el marco de una activación más amplia del sistema de alerta de tsunamis en el Pacífico, que incluyó a países como Japón, Filipinas, Canadá, México, Ecuador y diversas islas del Pacífico. En Hawái, se registraron olas de hasta 2,4 metros en algunos puntos, lo que llevó a evacuaciones temporales, aunque las autoridades ya levantaron las restricciones en ese archipiélago.

A pesar de que no se han reportado víctimas ni daños materiales significativos en Estados Unidos hasta ahora, los organismos responsables continúan monitoreando el comportamiento del mar. El Centro Nacional de Alerta de Tsunamis advirtió que las condiciones podrían prolongarse durante varias horas más.

El llamado a la población es a no confiarse por la aparente calma en la superficie del mar. Las corrientes generadas por un tsunami pueden ser invisibles desde tierra y, sin embargo, lo suficientemente potentes como para poner vidas en peligro. Las autoridades recomiendan seguir únicamente información oficial y no regresar a zonas costeras hasta que se confirme el fin de la amenaza.

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