Esta semana se se están anunciando los galardonados con los Premios Nobel concedidos por la Academia Sueca de Ciencias. De momento conocemos el de Medicina y el de Física, ambos merecidísimos. Por lo general, la mayoría de premiados son grandes científicos, cuyas investigaciones han contribuido a mejorar el mundo de alguna manera. Sin embargo, al contrario de lo que algunas personas pueden llegar a pensar, eso no les convierte en seres incapaces de equivocarse. Sobre todo cuando se les pregunta por temas que no son su especialidad. Ese, justamente, es el motivo por el que algunos de ellos acaban cayendo en un fenómeno conocido coloquialmente como enfermedad del Nobel o nobelitis.

Es una especie de desvarío que ha llevado a multitud de galardonados con el premio Nobel a defender pseudociencias, practicar el espiritismo o afirmar que han visto a un mapache verde en motocicleta. La fama y el interés mediático ha llevado a algunos a caer en un gran síndrome el impostor, como aseguró en su día Albert Einstein. Otros, lejos de considerarse impostores, se han creído con el derecho y la capacidad de opinar sobre cualquier cosa, llegando a caer en errores garrafales. 

Lo peor de esta enfermedad del Nobel es que puede ser peligrosa. No para los afectados directamente, sino más bien para quienes creen a pies juntillas todo lo que dicen, simplemente por el hecho de haber sido galardonados con honores.

Muchas personas caen en algo conocido como sesgo de autoridad, que les lleva a creer cualquier cosa que diga una persona considerada importante en una disciplina. Pero quien sabe de química no tiene por qué saber de biología o incluso quien sabe de biología molecular no tiene por qué tener grandes conocimientos sobre evolución. Hay incluso casos más extremos de expertos en virus que acaban cometiendo grandes errores en relación a otros virus. Aquí, puede que el personaje se haya apoderado de la persona. Sea como sea, antes de creer a pies juntillas cualquier cosa que asegure un premio Nobel, recordemos que podría ser un caso de nobelitis y busquemos las declaraciones de los verdaderos expertos.

La enfermedad del Nobel y el espiritismo

Han sido muchos los científicos galardonados con el premio Nobel que han asegurado creer en fantasmas e incluso han participado en sesiones de espiritismo por puras creencias, no con el afán de estafar a nadie. Es, por ejemplo, el caso de Pierre Curie, galardonado en 1903 con el premio Nobel de Física por el descubrimiento del radio y el polonio. 

pierre y marie curiepierre y marie curie
El matrimonio formado por Pierre y Marie Curie, en una imagen histórica tomada en su laboratorio.

También reconoció creer en los espíritus otro premiado en la misma categoría, el físico Joseph Thomson. No solo reconoció en reiteradas ocasiones tener estas creencias, sino que llegó a ser miembro de la Sociedad para la Investigación Psíquica durante 34 años. 

El propio creador del término ectoplasma, algo sin la más mínima evidencia científica, fue un premio Nobel: el fisiólogo francés Charles Richet. 

Pierre y Thomson eran grandes expertos en física. Richet en medicina. Pero a la vista está que cayeron en los mismos engaños que otras muchas personas en lo referente al espiritismo. 

El gran desvarío de Kari Mullis

Uno de los casos más claros y aplastantes de enfermedad del Nobel es el de Kari Mullis, quien ganó el premio Nobel de química en 1993 por la invención de la PCR. Es una herramienta muy útil en disciplinas tales como el diagnóstico médico, las ciencias forenses o la investigación biomédica. Su descubrimiento fue esencial en la historia de la ciencia. Sin embargo, ha cometido errores como negar la vinculación del VIH con el SIDA o defender la veracidad de la astrología. Y sí, fue Kari Mullis el que vio un mapache verde en motocicleta. No hay más preguntas, señoría.

Hablando del virus del VIH…

Si Kari Mullis metió hasta el fondo la pata con el virus del VIH, su propio descubridor, el francés Luc Montagnier, también hizo declaraciones totalmente pseudocientíficas a lo largo de su vida. 

Para empezar, fue un firme defensor de la supuesta memoria del agua en la que se sostiene la homeopatía moderna. También cometió grandes errores en relación con el autismo. Por ejemplo, asegurando que podría curarse con antibióticos. Y, por mucho que fuese un experto virólogo, llegó a desvariar hasta el punto de cometer grandes errores en relación a la COVID-19. Si bien es cierto que se le adjudicaron declaraciones que nunca hizo, como que todos los vacunados morirían en dos años, sí que señaló sin ningún tipo de evidencia que las vacunas podrían ser peligrosas porque estaban favoreciendo la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV 2. Esto dio muchas alas a los antivacunas, con todo el riesgo que ello supone.

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Luc Montagnier cometió muchos errores pseudocientíficos en su vida. Prolineserver /Wikimedia commons

Otros casos peligrosos de enfermedad del Nobel

El de Luc Montagnier es uno de los casos más peligrosos de enfermedad del Nobel, por los riesgos que implica el sesgo de autoridad. Pero también hay otros casos dañinos para la sociedad, como el de James Watson. Este científico recibió el galardón por el descubrimiento de la estructura del ADN, junto a Francis Crick y Maurice Wilkins. Ninguno de ellos habría podido acceder a tal logro si no fuese por la colaboración de Rosalind Franklin, quien les proporcionó la foto obtenida mediante cristalografía de rayos X que necesitaban para el hallazgo. Ella murió sin recibir ningún reconocimiento, pero sí las críticas de Watson, quien la pone a parir en su libro La doble hélice.

Aquí ya vemos la falta de ética de este científico, quien se ha aprovechado en numerosas ocasiones de su condición de genetista para asegurar que las personas negras son menos inteligentes que las blancas. Esto no tiene la más mínima evidencia científica, pero sí una falta de ética e incluso de humanidad terrible.

Por todo esto, es genial conocer y celebrar a los ganadores del premio Nobel, como estamos haciendo esta semana, pero siempre recordando que no son dioses, sino personas que pueden equivocarse, de forma más o menos deliberada. A veces, la fama les consume y opinan de aquello de lo que no tienen ni idea. Otras veces, incluso en aquello de lo que sí son expertos, acaban metiendo la pata. Cuidado con la enfermedad del Nobel.

Por cierto…

Es curioso que en la lista de afectados solo haya hombres. Por probabilidad, teniendo en cuenta la discriminación que han sufrido las mujeres con este galardón a lo largo de la historia, tiene bastante más sentido. Pero posiblemente haya más motivos. Que cada cual llegue a sus propias conclusiones. 

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