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La guerra en Ucrania se ha convertido en un inmenso laboratorio de nuevas tecnologías bélicas, pero también ha recordado que más allá de la sofisticación de la artillería moderna, la experiencia del pasado sigue siendo un arma tan poderosa como cualquier misil. Hemos visto ilusiones ópticas, la vuelta de los caballos o armas vintage de 1940. De hecho, Europa se está armando contra la guerra híbrida de Rusia con un arma de hace 100 años.
El resurgir de una leyenda. La guerra en Ucrania ha devuelto a la primera línea de combate a una veterana de más de un siglo: la ametralladora pesada M2 Browning, símbolo de la ingeniería bélica del siglo XX y ahora pieza clave en el arsenal de los ejércitos modernos.
Diseñada en 1921 por John Moses Browning y producida en masa durante la Segunda Guerra Mundial, la M2 (capaz de disparar proyectiles de calibre .50 con una cadencia de hasta 600 disparos por minuto) se ha revelado nuevamente indispensable, especialmente en el frente ucraniano, donde es utilizada sobre camionetas civiles para abatir drones Shahed rusos. Su simplicidad mecánica, fiabilidad extrema y potencia devastadora la han convertido en un arma sin sustituto directo, y su uso ha contribuido a una oleada de demanda global que recuerda los años más intensos de la Guerra Fría.
Auge industrial. El renacimiento de este icono corre en paralelo con la expansión de FN Browning, la histórica firma belga que desde su sede en Herstal fabrica no solo la M2, sino también las FN MAG y FN Minimi (conocidas en Estados Unidos como M240 y M249) junto con rifles FN SCAR y munición de calibres estándar de la OTAN. Tras décadas de relativa calma, su producción de ametralladoras se ha duplicado respecto a 2022, y la demanda de munición se ha cuadruplicado.
Aunque la compañía no vende directamente a Ucrania, sus contratos con aliados como Estados Unidos, Reino Unido o Francia han crecido exponencialmente. Francia, por ejemplo, ha recuperado miles de M2 abandonadas por las tropas estadounidenses en 1945 para que FN las modernice y las devuelva al servicio con garantías “como nuevas”. El conflicto ha reavivado el interés no solo por las armas de nueva generación, sino también por aquellas que han demostrado ser fiables bajo cualquier circunstancia.


Economía del rearme. La guerra ha despertado un ciclo de rearme masivo en Europa, con más de 930.000 millones de dólares comprometidos hasta 2030, y FN Browning se ha convertido en uno de los epicentros de esta reindustrialización militar. Pese a un volumen de negocio estable (1.300 millones de euros, tras la adquisición de la productora de munición Sofisport), la empresa está ampliando su plantilla y aumentando la producción de armas y munición en miles de unidades anuales.
El estancamiento de su división deportiva, que floreció durante la pandemia, contrasta con la avalancha de contratos estatales que consolidan su papel estratégico dentro del ecosistema de defensa europeo. El mercado de ametralladoras, relegado durante años, vive una segunda juventud marcada por la urgencia de reponer arsenales agotados tras el envío masivo de armas a Ucrania y la percepción de una amenaza rusa persistente.
Armas clásicas, guerra moderna. El conflicto ucraniano ha demostrado que incluso en la era de la inteligencia artificial y los enjambres de drones, las armas de diseño clásico siguen teniendo una función crítica. Las M2 se han adaptado a plataformas terrestres no tripuladas y estaciones remotas controladas por IA para mejorar la precisión en la lucha antidrón.
FN Browning colabora con firmas tecnológicas para integrar sistemas de reconocimiento automático de objetivos en sus torretas, anticipando una convergencia entre tradición mecánica y guerra algorítmica. Al mismo tiempo, los ejércitos europeos, después de décadas de desinversión, se enfrentan a la necesidad de reconstruir su capacidad de fuego pesado desde la base.
Del pasado al futuro. La longevidad de la M2 no es solo un testimonio de su diseño, sino también de una realidad militar cíclica: las guerras modernas continúan dependiendo de la fiabilidad del acero y la pólvora. Desde las playas de Normandía hasta los campos de Donetsk, esta ametralladora ha acompañado a los ejércitos occidentales durante un siglo de conflictos cambiantes, y hoy vuelve a simbolizar la resistencia frente a la adversidad tecnológica.
Para FN Browning, el resurgir de su arma más emblemática marca no solo el momento más activo desde el final de la Guerra Fría, sino también el inicio de una nueva era en la que la tradición bélica y la innovación digital marchan, una vez más, al mismo paso.
Imagen | Wikimedia Cominos