Ayer OpenAI y Broadcom anunciaron un acuerdo de colaboración que hará que ambas empresas diseñen y desplieguen 10 GW de chips de IA personalizados en el transcurso de cuatro años. Es un nuevo episodio de esa insólita estrategia que OpenAI ha protagonizado y que se resume en un concepto cada vez más inquietante: el de la financiación circular.

Acuerdos multimillonarios. En las últimas semanas hemos visto cómo OpenAI ha ido llegando a nuevos acuerdos por valor de miles de millones de dólares con grandes empresas del sector de los semiconductores. Así, tenemos:

Financiación circular. Todos estos anuncios responden a una singular estrategia de financiación circular en la que las empresas de chips (los proveedores) no solo venden sus productos a una startup de IA (cliente), sino que también invierten capital en esa startup, la cual a su vez utiliza ese capital para comprar más productos de su inversor. En realidad el proveedor «no invierte» como tal, porque ese dinero acaba revirtiendo en compras de sus productos y servicios. Es de hecho algo similar a lo que OpenAI hizo con Microsoft cuando esta última invirtió 13.000 millones de dólares en ella. Más que invertirlos, le permitió usar una especie de abono por esa cantidad para utilizar su nube, Azure, y sus recursos de computación. Es un win-win para unas y para otras.

OpenAI gana. Estos acuerdos permiten que OpenAI tenga acceso garantizado al cómputo, algo que necesita como el comer. La startup gasta miles de millones al año y sigue sin ser rentable, pero gracias a esta estrategia obtiene un flujo masivo de capital. En el caso de Broadcom logra además colaborar en el diseño de chips personalizados para minimizar la futura dependencia de otros socios (como NVIDIA o AMD) y así disfrutar de un coste total de la propiedad inferior a largo plazo. Y como firma con tres proveedores de semiconductores distintos, fomenta la competencia y mejora su poder de negociación. Brillante.

Los proveedores ganan. La estrategia circular también beneficia a NVIDIA, AMD y Broadcom. Todas ellas ganan un cliente con una demanda casi ilimitada, y pueden registrar ingresos inmediatos por la venta de chips mientras que el coste de la inversión se amortiza con el tiempo. NVIDIA además logra mantener su posición dominente, mientras que AMD y Broadcom logran expandirse en este mercado. Si además hay acciones de por medio, todas ellas se revalorizan y participar unas en otras es otro elemento de interés de estas operaciones financieras. Se refuerzan y se hacen más grandes entre ellas, y mientras debilitan a todas las demás.

Un gigantesco castillo de naipes. Pero frente a esa estrategia, la realidad. Y la realidad es que este flujo de capital circular está creando una demanda artificial en la que el proveedor se paga a sí mismo. El riesgo sistémico es enorme: si OpenAI fracasa o el crecimiento de la IA desacelera, el efecto dominó puede afectar de forma notable a estos proveedores y a sus inversores. Estamos ante un enorme (y frágil) castillo de naipes que si se derrumba hará que las consecuencias sean igualmente descomunales. La burbuja de la IA, si es que realmente existe, sigue creciendo y creciendo.

Incertidumbre total. Hay además una incertidumbre absoluta sobre la promesa de la IA: ¿realmente la usaremos tanto como estas empresas creen que la usaremos? ¿Podrá OpenAI cumplir su promesa y generar beneficios en 2030? Es imposible saberlo. Por último, otro problemón: estos acuerdos circulares hacen más grandes a estas empresas, pero hacen que la entrada de nuevos competidores en ambos mercados sea cada vez más complicada.

Hay ganadores, pero también perdedores. Mientras todo esto pasa y las acciones de estas empresas se disparan, la realidad es que hay tamién perdedores. El inversor minorista está ciego ante estos eventos —y las suspicacias sobre casos de insider trading son inevitables—. Y por supuesto al hablar de competencia no hablamos de nuevos competidores, sino también de los actuales. Anthropic o Perplexity, con negocios ya asentados, tiene ahora más difícil poder competir. Google, Microsoft o Meta tienen infraestructura y recursos económicos sobrados, pero aún así están viendo cómo OpenAI cada vez se hace más grande sin que puedan evitarlo. Si tiene éxito, OpenAI puede acabar estando por encima de todas ellas, porque busca lo mismo que busca toda empresa aunque no lo admita: convertirse en un monopolio.

Imagen | Xataka con Freepik – Gemini

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