Seamos honestos: nadie creyó, ni en Warner ni en ningún sitio, que ‘Una batalla tras otra’ fuera a recuperar el dinero que se gastaron en ella. 175 millones de dólares en una película de Paul Thomas Anderson (o sea, en un drama adulto) es casi imposible de recuperar, por mucho Leonardo DiCaprio que la protagonice. No le dieron el visto bueno esperando tener el éxito de una película Marvel, sino convirtiéndola en un clásico que aguante el paso del tiempo y les otorgue tanto beneficios a largo plazo como una ansiada capa de prestigio.
Una pérdida tras otra
Esto viene a cuenta de un artículo de Variety en el que se anunciaba que ‘Una batalla tras otra’ perdería 100 millones de dólares en cines. Es cierto: lleva recaudados 142 millones en todo el mundo y, aunque está teniendo un espectacular rendimiento en taquilla, si miramos los datos con absoluta frialdad e ignorando conscientemente que no existe un mercado doméstico posterior y una temporada de premios en ciernes, ha sido un fracaso. Pero no lo ha sido en absoluto.
Warner ha firmado un año repleto de éxitos en su faceta tanto de distribuidora como de productora, y su mezcla entre franquicias de mero esparcimiento (‘Una película de Minecraft’, ‘Superman’, ‘Destino final: lazos de sangre’) y películas para adultos (‘Weapons’, ‘Los Pecadores’, ‘F1’) ha sido un ingrediente clave para su éxito. Con ‘Minecraft’ han ganado más de 600 millones de dólares solo en la taquilla: bien pueden permitirse «perder» 100 con Paul Thomas Anderson.
Es cierto que es una muesca más en una tendencia que tristemente se repite: los grandes dramas adultos con presupuestos abultados que acaban perdiendo dinero de primeras. Le ha pasado últimamente a ‘The Smashing Machine’ (50 millones de presupuesto, 17 en taquilla), ‘Roofman’ (19 millones de presupuesto, 11 en taquilla) o ‘El beso de la mujer araña’ (38 millones de presupuesto, apenas 850.000 recaudados), pero, aunque nos llevemos las manos a la cabeza, son pérdidas mínimas viendo el plano general.
Por ejemplo, ‘The Smashing Machine’, con la venta de sus derechos de distribución internacionales, solo habrá perdido un total de 10 millones, y ‘Una batalla tras otra’ acabará recuperándose posteriormente, tanto en su periodo de VOD como en el streaming posterior en la etapa de los premios. ¿Cómo no va a salir a cuenta tener en cartera una película cuyo nombre se va a repetir una y otra vez hasta la noche de los Óscar, el próximo 16 de marzo?
Por mucho que los titulares catastrofistas nos pretendan hacer creer que el único negocio posible está en las franquicias, las secuelas y los productos derivados, lo cierto es que Hollywood, si quiere seguir siendo relevante, necesita seguir confiando en los autores. No van a dar un resultado inmediato en taquilla, ni van a causar marabuntas de gente con sus familias yendo a las salas de cine, pero a cambio de unas pequeñas pérdidas iniciales sí pueden conseguir algo mucho mejor: fidelidad, prestigio y calidad que va más allá del «evento».
Al fin y al cabo, dentro de una década nadie estará viendo ‘Una película de Minecraft’, pero se seguirá proyectando a Paul Thomas Anderson en filmotecas, streamings o lo que sea que haya en ese momento. La taquilla solo es una manera más de medir el éxito, y cada vez se ha quedado más anticuada. Sí, ‘Una batalla tras otra’ va a perder dinero de primeras. No, no significa que vaya a hacerlo con el paso de los años ni que Anderson tenga problemas para financiar su siguiente obra. Y no, Warner no está decepcionada con su rendimiento: de hecho, probablemente la considere un éxito rotundo. Es un nuevo Hollywood con miles de métricas más allá del desempeño en taquilla, y más vale que nos acostumbremos para no considerar «fracasos» a éxitos en ciernes.
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