El impacto de la IA el trabajo da para llenar muchas páginas. Por un lado se presenta como una amenaza para muchos puestos de trabajo. Por otro, una visión mucho más positiva en la que la IA nos libera de la carga del trabajo para que podamos disfrutar de la vida. De momento, lo que sí sabemos seguro que se ha cumplido es que los ingenieros que trabajan en empresas de IA están haciendo jornadas interminables.

Qué está pasando. Ya hablamos de que Silicon Valley estaba abrazando la jornada 996 que China ya había dejado atrás. Hablamos de jornadas de doce horas, seis días a la semana, es decir, 72 horas semanales. Cuentan varios ingenieros IA en el WSJ que las jornadas llegan a ser incluso de 80 y hasta 100 horas semanales, llegando a comparar la situación con la guerra. Hablamos de grandes empresas como OpenAI, Meta, Microsoft, Anthropic o Google, todas compitiendo por ser la mejor en la frenética carrera de la IA.

Que el ritmo no pare. El ciclo de innovación es de locos; casi cada semana se anuncian nuevos modelos y nuevas herramientas que no se hacen solas. En los principales laboratorios de IA no hay descanso. Josh Batson, ingeniero en Anthropic, lo define de una forma muy gráfica: “básicamente estamos intentando comprimir 20 años de progreso científico en dos años”. En las pequeñas startups del valle la cosa no cambia demasiado y cada vez en más habitual que se exija trabajar 996 en las propias entrevistas de trabajo. “No ofrecemos conciliación”, decía el CEO de una de ellas.

La urgencia de la AGI. Además, está la inteligencia artificial general o AGI, esa superinteligencia que gurús como Altman o Musk no dejan de mencionar. Sobre todo en el caso de OpenAI, conseguir la AGI ya es una cuestión de supervivencia. Sería un argumento perfecto para justificar el desfile de inversiones estratosféricas de las últimas semanas que han avivado los temores de la burbuja.

Sueldos millonarios. Durante el verano, Mark Zuckerberg empezó una misión: llevarse a todos los galácticos de la IA a Meta. Ha conseguido formar un equipo, pero también que los sueldos millonarios eleven aún más la exigencia en el sector. Los ingenieros son el recurso más preciado y hay que exprimirlo en consecuencia. La ironía de la situación es que muchos de estos ingenieros que ahora son multimillonarios prácticamente viven en la oficina.

Despertando del sueño. Atrás quedan los días en los que trabajar en una gran tecnológica significaba tener todo tipo de comodidades. Google, por ejemplo, era un paraíso con gimnasios, cafeterías, tiendas… hasta masajistas cuando los necesitabas. La vuelta a las oficinas tras la pandemia fue de todo menos paradisíaca y muchos de esos privilegios desaparecieron

¿Hasta cuándo? Es una pregunta que nos hacemos mucho cuando hablamos de la carrera de la IA. ¿Hasta cuándo continuará el chorro de inversión a pesar de que la IA no esté dando dinero (o no el suficiente)? Y ahora también, ¿hasta cuándo habrá ingenieros dispuestos a dedicar todo su tiempo a la IA? Ha habido otros momentos frenéticos en Silicon Valley, como el boom de las apps tras el lanzamiento del primer iPhone. La diferencia es que esto está sucediendo en mucho menos tiempo.

Imagen | Pexels

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