Hablemos sobre el semen porque es importante. Ya lo sabíamos: la calidad del esperma, por ejemplo, está directamente relacionada con la esperanza de vida de los hombres. Sin embargo, en los últimos días la situación ha dado una giro interesante.
Hace unos días, un grupo de investigadores del Instituto Sanger y el King’s College de Londres anunció que el «envejecimiento» tiene más consecuencias de las que parece. No solo es que, con la edad, el esperma acumule mutaciones; es que el tanto por ciento de espermatozoides con mutaciones no dejan de crecer.
Y eso cambia muchas de las cosas que creíamos saber.
¿Qué es exactamente lo que han hecho? El equipo secuenció muestras de semen de individuos de entre 24-75 años y descubrieron que el proceso de acumulación de mutaciones no es solo cuestión de desgaste. Hay, curiosamente, una combinación de azar y selección positivo.
Es decir, ha encontrado evidencias de que hay variantes «ganadoras» en los testículos. El estudio concluye que «concluye un riesgo 2–3× de mutaciones causales conocidas con la edad y estima 3–5% de espermatozoides con una mutación patogénica en varones de mediana-avanzada edad».
Las cifras son bajas, pero cambia el paradigma.
¿El paradigma? No es solo que a más edad haya más mutaciones, sino que esas mutaciones compiten entre ellas y prosperan dentro del testículo (selección positiva intratesticular). Esto significa que la ventana de riesgo se ensancha más allá de la simple suma aritmética anual.
Durante años, hemos cargado el peso del retraso de la paternidad/maternidad en las mujeres. De forma simplista (y ahora sabemos que precipitada), el debate público ha cargado las responsabilidad de la planificación reproductiva sobre ellas. Pero también el científico-sanitario: los perfiles de riesgo venían definiéndose por la edad gestacional de la madre.
Y, sin embargo, los hombres también tienen su parte.
Lo que se oculta en el esperma. Aunque, como no puedo dejar de repetir, el riesgo es bajo, no podemos obviar que la mayor presencia de variantes ligadas a trastornos del neurodesarrollo y síndromes del desarrollo cambia la foto general. La realidad es que, pese a todo lo que sabemos, sabemos muy poco.
Y eso es un problema porque, lo queramos o no, las tendencias son muy sólidas: la edad de tener hijos se va a ir retrasando en todo el mundo.
Imagen | Quinn Dombrowski
