El cine de terror japonés siempre ha tenido un toque inquietante que lo distingue del resto del mundo. Pero a mediados de los años 80, un director llevó esa obsesión por el realismo sangriento a un nivel tan extremo que terminó siendo investigado por las autoridades.

En Japón, durante los años 80, surgió una saga de cine de horror extremo llamada ‘Guinea Pig’, concebida por el mangaka y director Hideshi Hino junto con otros colaboradores. De entre todas las entregas, la que más polémica generó fue ‘Guinea Pig 2: Flower of Flesh and Blood’ dirigida por el propio Hino en 1985, y es que el argumento no era precisamente ligero: un tipo con vestimenta de samurái secuestra a una mujer, la droga, la lleva a un lugar cerrado y la desmiembra de forma brutal, recolectando sus partes como si fueran flores.

La película está deliberadamente construida para parecer «snuff», es decir, para que el público crea que lo que ve es real, y juega con esa ambigüedad, haciendo creer a los espectadores que, en realidad, están siendo testigos de una masacre cuando se trata de un ejemplo de la maestría de los efectos especiales y prostéticos de la época.

La estrella de Hollywood que advirtió a las autoridades

La cosa se descontroló cuando Charlie Sheen, en 1991, vio una copia de la película que le habían facilitado, quedando tan horrorizado que creyó que estaba presenciando un asesinato real.

Fue entonces que el FBI intervino, confiscó la cinta y comenzó a investigar la producción y distribución del film, incluso apuntando hacia personas como Charles Balun, un crítico de cine de terror que se encargó de crear el collage de escenas sangrientas para una fiesta de cumpleaños. 

Sin embargo, poco tiempo después los responsables del film liberaron un documental del making of que mostraba cómo se habían hecho los efectos especiales para simular la mutilación, y eso acabó convenciendo a las autoridades de que no se trataba de un crimen real.

Pero no todo queda ahí. En Japón, también hubo sospechas locales: la policía de Fukagawa, en Tokio, recibió reportes de que ‘Guinea Pig 2’ podría estar asociada con un asesino serial, en concreto, el caso de Tsutomu Miyazaki (apodado el «asesino otaku») que fue detenido en 1989 por el secuestro, mutilación y asesinato de niñas, y que, entre sus pertenencias encontraron películas gore, incluida la primera parte de ‘Guinea Pig’, razón por la que las autoridades ordenaron retirar todas las copias de las cintas del país.

Fue así como Hideshi Hino, un nombre que no es tan famoso fuera del nicho del horror extremo, acabó en medio de investigaciones policiales tanto en Japón como indirectamente en EE. UU., acosado por acusaciones de que sus películas podían ser «demasiado reales» para ser simples efectos.

Foto de Dailymotion

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