El Cautivo de Alejandro Amenábar despertó polémica incluso antes de su estreno. Eso, debido a que su premisa aborda un tema fundamental para España: la vida de Miguel de Cervantes, en esta ocasión interpretado por Julio Peña. Pero en lugar de indagar en sus obras o en su destacado papel en la batalla de Lepanto, la cinta hace algo más audaz. El guion — que también escribe el director — reimagina un pasaje oscuro en la biografía del célebre personaje histórico: su cautiverio en Argel. Para la ocasión, la trama indaga en la posibilidad de que el escritor haya seducido con su imaginación y talento a Hasán Bajá (Alessandro Borghi), beylerbey de Argel.
Claro está, el subtexto de una relación romántica entre ambos personajes históricos, no solo despertó asombro. También, la crítica y señalamientos hacia el rigor histórico de la cinta, que reconstruye la historia sin que hayas indicios de que una circunstancia como la cuenta haya ocurrido. Alejandro Amenábar salió al paso, dejando claro que solo quería reflejar la reinterpretación queer de Cervantes, en boga durante la década de 1980. Aun así, el debate sobre qué tan preciso debe ser un drama histórico volvió al ojo público. En especial, en una época llena de constantes revisiones y reconstrucciones sobre la visión oficial sobre personajes y sucesos de importancia universal.
Pero claro está, no es la primera vez que ocurre algo semejante. De hecho, la ficción histórica parece con frecuencia luchar contra la precisión en sus detalles en favor de hacer un espectáculo más entretenido. Para demostrarlo, te dejamos cinco películas que despertaron tanta polémica histórica como El Cautivo de Alejandro Amenábar. De un clásico con poco de cierto a una princesa Disney con un contexto turbulento. Todo para los amantes de la historia y claro está, del debate cinematográfico.
Corazón Valiente (Disney+)


Esta película de 1995 dirigida por Mel Gibson, es un clásico indiscutible del drama histórico. Pero por extraño que parezca, también es un ejemplo de completa inexactitud en los detalles sobre los hechos que narra. Para comenzar, el guion adapta el libro Wallace de Harry, el ciego, escrito un siglo después de la muerte del héroe escocés. Por lo que la versión está llena de datos falsos y una evidente intención de hacer parecer a la historia del líder revolucionario lo más parecida posible a la del Jesús bíblico. Una semejanza poco disimulada que Mel Gibson rescató para exagerar los rasgos heroicos y mesiánicos de su personaje.
Más confuso resulta que para la época de nacimiento del verdadero William Wallace, solo el rey Robert Bruce era conocido con el apelativo Corazón valiente. Tanto, como para que luego de su muerte, su amigo James Douglas llevara el corazón del rey en una cruzada para cumplir su último deseo. Por lo que en Escocia, el nombre está inherentemente unido a la memoria del soberano.
Pero el caos de data histórica en la película va más allá de sutilezas como las anteriores para entrar el terreno de los giros más importantes del guion. Desde el hecho de que en la icónica escena de la Batalla del Puente de Stirling se encuentra ausente el líder rebelde Andrew de Moray y hasta el puente en sí, hasta la noble alcurnia de William Wallace. Lo cierto es que la producción tiene muy poca relación con la vida y sucesos reales que rodearon al héroe escocés.
¿Y ese romance?


Por supuesto, uno de los puntos más salvajes y criticados de la película, fue mostrar una supuesta relación romántica entre William y la reina Isabel de Francia (Sophie Marceau). Mucho más, dejar entrever que la soberana, en una jugada de franca rebelión a la corona británica, termina por estar embarazada del rebelde, antes de la muerte de este. Un dato por completo inventado en beneficio de la película y sin el menor sustento histórico.
Pearl Harbor (Disney+)


En 2001, Michael Bay intentó relatar los infames sucesos del ataque a Pearl Harbor con una épica exagerada y pomposa de más de tres horas de duración. Pero lo peor estuvo en la completa inexactitud histórica del argumento, que se alejó de los sucesos documentados — ya de por sí terribles — para hacerlos aún más crueles y dramáticos. Por no contar ignorar por completo líneas de tiempo y hasta incluir datos anacrónicos, en una mezcla insólita de sucesos.
Del hecho de mostrar a las aeronaves japoneses ensañándose con objetivos civiles — cuando pasó exactamente lo contrario — hasta mostrar aviones E-2 Hawkeye casi 20 años antes de su fabricación. Pasando por la forma en que la base reaccionó al mortífero bombardeo y hasta los cigarrillos que usan los personajes. La película está plagada de errores, gazapos e inconsistencias, que restan verosimilitud a la premisa. Pero en especial, toma un suceso de enorme violencia y brutalidad para transformarlo en un espectáculo exagerado y lleno de datos falsos.
Durante la campaña de promoción de la película, se le preguntó a Michael Bay el motivo de la imprecisión histórica del argumento. El director admitió que había inventado algunos giros — como el ataque japonés a hospitales y colegios — para hacer más bárbaro en pantalla el evento histórico. Lo que le valió críticas y señalamientos. En especial debido a que el suceso real ya era dramático y doloroso, sin necesidad de mayor añadido. Una combinación de malas decisiones que convirtió a Pearl Harbor en una de las peores películas históricas del siglo XX.
JFK: Caso abierto (Movistar+)


Esta película de 1991 de Oliver Stone, es considerada un desastre histórico por buena parte de los expertos especializados en todo lo ocurrido alrededor de la muerte de John Fitzgerald Kennedy. En especial, porque la película incorporó a su argumento, una serie de teorías de la conspiración y las mostró como ciertas. Eso, después de utilizar material de archivo original sobre el magnicidio y también, transcripciones públicas del juicio y diversas investigaciones acerca del hecho.


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El resultado es un argumento que mezcla sucesos reales con especulación, teorías no comprobadas y hasta datos por completos falsos. Esto último, incluye una escena en la que David Ferrie (Joe Pesci) confiesa punto a punto, la conspiración entre países y poderes norteamericanos, que provocó la muerte del presidente. Pero lo cierto es que el verdadero David jamás llegó a admitir su participación en el asesinato y mucho menos, describir el plan a gran escala que terminó en una tragedia histórica.
Puede parecer un dato menor, hasta que se recuerda que el icónico monólogo del fiscal Jim Garrison (Kevin Costner) se basa en esa prueba en específico. Mucho más, en el hecho de que David Ferrie sería el punto de unión entre el asesino Lee Harvey Oswald y el misterioso Jack Ruby. Por lo que la supuesta admisión de culpa, sería la piedra angular de una conspiración siniestra alrededor de Kennedy. Algo que no ocurrió en realidad. Por lo que JFK: Caso abierto, sigue considerándose una gran reflexión política, pero en absoluto, un drama histórico con datos ciertos.
Gladiador (Disney+)


La película que rescató al género péplum del olvido, es una colección de inexactitudes, con la finalidad de sostener el espectáculo. Por lo que, directamente, falsea datos concretos para narrar su historia. Lo que incluye, señalar que el emperador Marco Aurelio, intentaba regresar a la figura de la república, en favor de un mayor poder para el pueblo. Algo que, finalmente, provocaría su muerte cuando su hijo intente detenerlo para ocupar su lugar.
En realidad, Marco Aurelio — ni nadie de su entorno — tenía quejas con respecto al imperio. Y de hecho, el emperador trabajó en vida, no para cambiar de sistema político, sino para hacer más eficiente el que ya había. Una decisión práctica típicamente romana, más cercana a la cultura de la cultura de la época, que con valores democráticos contemporáneos. Por otro lado, su hijo Lucio Aurelio Cómodo, estaba más interesado en demostrar sus proezas como gladiador que en conspiraciones políticas. Y claro está, no existió un aguerrido general convertido en héroe en arena de los gladiadores, llamado a traer la república de nuevo a Roma.
A la cantidad de detalles históricos, equivocados, contradictorios y fruto de la imaginación del guionista, se suman además detalles de contexto disparatados. Carteles que mezclan el italiano con el latín clásico, ropa de períodos distintos, fachadas con detalles arquitectónicos de épocas diversas. Lo cierto es que la película usa el escenario de la Roma antigua como escenario, sin preocuparse por su verosimilitud.
Pocahontas (Disney+)


En 1995, Disney llevó al cine la historia tradicional de Pocahontas y convirtió al personaje en su nueva princesa. Por lo que indagó en una historia de amor trágica — una de las pocas en el estudio que no culmina con un final feliz — y trató de homenajear a la cultura indígena. Pero en el trayecto, simplificó una historia de enorme dureza. En especial, la difícil vida de su protagonista.
Nacida con el nombre Amonute — de hecho, Pocahontas era un apelativo cariñoso de uso familiar —, tenía entre 10 y 11 años cuando conoció al capitán John Smith en 1607. Entretanto, John tenía 27 y era un soldado viajero, parte de la Compañía Virgina de Londres. Debido a la diferencia de edad, es poco probable que ambos mantuvieran un romance, aunque sí hay evidencia histórica de que ella fue la intérprete entre el grupo de colonos de John y su padre, Wahunsenaca (Jefe Powhatan). Este, el mamanatowick (jefe supremo) del cacicazgo Powhatan.


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Posteriormente, John fue herido en medio de un incidente en tierras norteamericanas, por lo que fue enviado a Inglaterra. Años más tarde, se reencontraría con Pocahontas, ya casada con otro hombre. Según el libro de Smith, The Generall Historie of Virginia, New-England, and the Summer Isles, la joven parecía feliz y lo reconoció. De nuevo, no hubo insinuación de romance alguno — antes o después — entre ambos.