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De 1059 a 1901, los marineros vascos se lanzaron al océano con un objetivo en mente: cazar ballenas. Debido al abuso, acabaron con las ballenas en la costa cantábrica y pusieron rumbo a nuevos mares, ganándose enemigos como unos Islandeses que podían “cazar” a los marineros vascos. La expansión los llevó hasta aguas canadienses, donde naufragó el imponente ballenero San Juan. Ahora están reviviendo el barco y necesitan la pieza más importante para poder revivir la travesía del ballenero.
Un cocinero “motivado” que quiera replicar la travesía del siglo XVI en las mismas condiciones que hace 500 años. Y con el mismo menú.
El nuevo San Juan. Pocos años después de la llegada de Cristóbal Colón a América, la nao San Juan partió rumbo a costas canadienses. A mediados del XVI, la industria ballenera vasca era una potencia mundial con una importante participación en el mercado de grasa y carne de ballena en Europa. Las expediciones los llevaban lejos, tanto que debían crear asentamientos y bases como las que fundaron en América del Norte.
En una de esas expediciones, la San Juan naufragó. Fue en 1565 en la bahía Red Bay de Canadá tras una fuerte tormenta. En 1970, se descubrieron los restos del barco y, tras sacar a luz los restos del San Juan en 1990, fue reconocido por la UNESCO como símbolo del patrimonio cultural subacuático. Estaba en muy buen estado, lo que animó a la Factoría Marítima Albaola a construir una réplica exacta del mismo. ¿Lo especial? Sólo utilizan materiales y técnicas del siglo XVI.


El San Juan
Artesanal al extremo. Este ‘capricho’ sigue un proceso riguroso en el que se reproducen los métodos de construcción de hace 500 años, algo que se está documentando paso a paso y que no está siendo nada fácil. El San Juan original pesaba 200 toneladas, tenía 20 metros de largo, 7,5 metros de manga y un puntal de seis metros. Y no sólo lo están reconstruyendo con esas medidas, sino con los materiales originales.
Por ejemplo, para la quilla, han tallado una pieza de haya de 14,5 metros de longitud extraída de un árbol de ocho toneladas. Y para el resto de la estructura se ha empleado madera de 200 robles de los bosques de la ‘Sakana’ navarra. En total, también tendrá seis kilómetros de sogas de cáñamo, anclas forjadas artesanalmente y 560 metros cuadrados de paño para las velas. Es una reproducción fiel, pero también quieren que sea funcional porque este nuevo San Juan volverá a surcar los mares.
Bodega de época. La idea es volver a Canadá a bordo del buque, reproduciendo la travesía original y para ello necesitarán otra pieza vital, en este caso humana: el cocinero. Esa búsqueda por la fidelidad histórica hará que las bodegas tengan los alimentos de la época como el pan de doble cocción, pan deshidratado, legumbres como guisantes y habas, sardinas, bacalao, tocino y aceite.
Es parte de los alimentos que llevaban, y en grandes cantidades, junto a otros como el tocino y bebidas mucho más españolas, y vascas, que el famoso ron. Ahí destacan la sidra, txakolí o el vino. ¿Por qué no llevaban agua? Por la dificultad de almacenar y conservar el agua dulce en buenas condiciones. Y, en cuanto a las cantidades, se estima que un barco como el San Juan podía llevar hasta 50.000 litros de sidra.




Top Ship Chef. Y esos alimentos son con los que el chef que esté a bordo durante la “expedición” tendrá que crear los menús. La propia factoría Albaola es la que realizará el proceso de selección para encontrar al cocinero ideal. No será un trabajo fácil porque no habrá duchas como las conocemos en la actualidad o papel higiénico a bordo, y tampoco una enorme gama de ingredientes, pero los candidatos ya están metiéndose en el papel.
En una demostración, chefs con estrella Michelín han preparado algunos ejemplos de platos que los marineros podrían ver en el menú. Por ejemplo, una sopa de guisantes con bacalao, ajo y aceite. También una ‘zurrukutuna’, que es una sopa tradicional vasca en la que los ingredientes son ajo y bacalao, o el ‘sopako’, que es un pan tradicional del País Vasco creado a partir de restos de masa para crear un pan destinado a sopas.
2027. Mientras eligen cocinero, la factoría sigue trabajando, pues el 7 de noviembre se realizará la botadura del barco tras doce años de construcción. Una vez en el agua, se instalarán los elementos restantes para convertir el buque en uno digno de surcar los mares como ya lo hizo el original hace 500 años.
Y, en 2027, el nuevo San Juan partirá rumbo a Canadá, recreando esa travesía original. Y lo hará con sus marineros y todo, reproduciendo la manera medieval de navegar. Esperemos que esta nueva nave llegue a mejor puerto que la original.
Imágenes | Lolabimba, Ksarasola
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