Cada cierto tiempo, el algoritmo decide cuál será el nuevo elixir de la eterna juventud. Lo hizo con el agua con limón, con el aceite de coco en ayunas, con los chupitos de hierba y con los de vinagre de manzana. Ahora le ha tocado el turno a la remolacha. En TikTok y en las revistas de bienestar se presenta en formato shot matinal que promete energía, piel luminosa, rendimiento deportivo y —cómo no— prevenir el envejecimiento prematuro. Pero, ¿es de verdad el nuevo superalimento milagroso o solo otro ejemplo de marketing saludable envuelto en lenguaje científico?

Todo parte de las redes sociales. En apenas unas semanas, los llamados beet shots —los chupitos de remolacha de toda la vida— se colaron en los desayunos de influencers y devotos del bienestar. La nutricionista Itziar Digón, en una entrevista con Vogue, defendía que esta hortaliza es «antiinflamatoria, mejora la circulación y ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro». Su recomendación era sencilla: un vaso pequeño, unos 250 mililitros de remolacha cruda licuada cada mañana, para «activar la producción de óxido nítrico» y fortalecer el sistema inmunitario.

La propuesta no tardó en viralizarse. En redes, el relato encajó a la perfección con esa idea moderna de salud rápida y natural: una molécula milagrosa, un gesto matinal y un efecto casi inmediato. Los nitratos de la remolacha, explicaban los entusiastas, se transforman en óxido nítrico, que relaja los vasos sanguíneos y mejora la oxigenación. En la práctica, prometía una circulación más fluida, menos inflamación y un plus de energía para arrancar el día.

Bajo la promesa. Algo de verdad hay detrás de la moda. Algunos estudios —publicados en Frontiers in Nutrition o ScienceDirect— han visto que el jugo de remolacha puede bajar un poco la presión arterial o mejorar el rendimiento físico en ciertos casos, sobre todo en deportistas. También Healthline explica que sus pigmentos rojos, las betalainas, junto con los nitratos naturales, aportan un ligero efecto antiinflamatorio. Además, según WebMD, estos compuestos ayudan a reducir la inflamación al eliminar sustancias reactivas del torrente sanguíneo y proteger la salud cardiovascular.

En resumen, la remolacha es saludable, rica en fibra, vitaminas y minerales, y tiene beneficios reales para la presión arterial y la función vascular. Sin embargo, una cosa es incluirla como parte de una dieta equilibrada y otra muy distinta es creer que un chupito matinal va a rejuvenecer el cuerpo o fortalecer el sistema inmune.

La contracara. Los estudios clínicos son claros: no hay evidencia de que la remolacha “prevenga el envejecimiento prematuro”, “desinflame el intestino-cerebro” o “fortalezca el sistema inmunitario” de forma directa. Un ensayo recogido en PubMed mostró que, tras 13 semanas de consumo regular, no se observaron mejoras cognitivas ni metabólicas significativas. 

Tampoco hay base científica para afirmar que “desintoxica” el organismo. Como hemos explicado en Xataka, la desintoxicación es una función que realizan naturalmente el hígado y los riñones; no se licúa en una batidora. Y, por si fuera poco, el exceso de remolacha puede tener efectos indeseados. Según Healthline, su alto contenido en oxalatos puede aumentar el riesgo de gota en personas predispuestas. Así que no, no todo lo natural es inofensivo.

El patrón se repite. Si el guion suena familiar, es porque ya lo hemos visto con otros remedios exprés. No es que la remolacha no tenga beneficios —los tiene—, sino porque el discurso que la rodea exagera, simplifica y generaliza. La mezcla de jerga científica (“óxido nítrico”, “microbiota”, “inflamación de bajo grado”) y testimonios aspiracionales construye una ilusión de rigor que vende más que la realidad.

Detrás del furor por los shots matinales hay algo más profundo que un licuado de hortalizas: una cultura que busca resultados rápidos, instantáneos y visualmente compartibles. En un entorno dominado por la inmediatez, el bienestar se vuelve contenido; y el contenido, una mercancía emocional.

El punto crítico. La remolacha no es el problema. Lo problemático es creer que el bienestar cabe en un vaso de 250 mililitros. Incorporarla a la dieta puede ser una buena idea —por su fibra, su hierro y sus antioxidantes—, pero no hará que envejezcas más lento ni que tus células funcionen mejor por arte de magia.

Así que, si de verdad quieres cuidar tu cuerpo, mejor apuesta por lo de siempre: comer variado, moverte, descansar y no creer todo lo que brilla en color magenta en tu feed.

Imagen | FreePik

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